Entrevista / Daniel Mordzinski / Rostros para la imaginación

AutorAriel Magnus

En los catálogos de la editorial que publica sus libros, la imagen de su cara es borrosa y está mal iluminada, como si se la hubiese sacado en una de esas cabinas de foto del metro de París. Vestido siempre de riguroso negro, Daniel Mordzinski encarna convencido la máxima de que en casa de fotógrafo no son bienvenidas las lentes.

"Una vez me obligaron a posar para un fotógrafo de escritores y me desmayé", cuenta en diálogo con REFORMA, no se sabe si en serio o en broma, desde Povoa de Varzim, Portugal.

Aunque instalado en París hace ya 30 años, este argentino no para de viajar por el mundo, ya sea para mostrar su trabajo o para incrementarlo. Desde hace décadas, Mordzinski persigue, en paralelo a su trabajo como fotógrafo de El País de España, un objetivo tan utópico como sugerente: dejar testimonio fotográfico de todas las caras de la literatura universal.

"Suena a tango malo, pero todo empezó en el barrio de San Telmo, una tarde de abriiiil", cuenta Mord-zinski, distendido y juguetón como cuando saca fotos.

"No, en serio, desde muy joven yo adoraba el cine y un buen día el director argentino Ricardo Wulicher confió en mí y me dejó participar como meritorio del documental Borges para millones (1978), donde también me acompañó la vieja Nikormat que mi papá me prestaba en ocasiones importantes. Años después, una de las fotos de esa serie se ha convertido en un clásico".

Borges fue la piedra de toque de una obsesión que no se detiene y que ya ha convocado frente al lente de su cámara a figuras como Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Guillermo Cabrera Infante, Carlos Fuentes, Salman Rushdie, Luis Sepúlveda, Camilo José Cela, Adolfo Bioy Casares, Gabriel García Márquez, Ernesto Sábato, Jorge Volpi y Mario Benedetti, por sólo nombrar algunos de los más renombradas entre sus modelos escriturarios.

Reunidos en varios libros de su autoría, el más reciente con el título El país de las palabras, los retratos de Mordzinski alternan las tomas casuales, casi de paparazzi suertudo, con composiciones tan deliberadamente artificiales que alcanzan lo genuino por la espalda, a traición. Sobre todo estos últimos cuadros fotográficos son los que destacan de su obra más actual.

"Quiero pensar que en todos estos años me he ido alejando del fotoperiodismo eficaz, urgente, en cierto modo mercenario o digamos puramente informativo, para indagar en una fotografía más serena, de sillita y mate, de café en la terraza, con una actitud más próxima al diálogo con el...

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