Mochilazo en el tiempo

Crepé y mucha laca, aliados de los peinados de los años 60EL UNIVERSALTubos, laca, peinadores, delgados papelitos para forjar rizos, grandes secadores de pelo donde se metía la cabeza, cepillos, peines de varios tipos, así como amplios espejos y sillones giratorios de cuero, constituían el instrumental de aquellos templos que fueron los salones de belleza. Hoy, existen muy pocos en la ciudad que conservan estas características.

Estos lugares fueron muy exitosos en la década de los 60, a tal grado, que casi en cada colonia podía encontrarse al menos uno. Los grandes salones que servían de escuela llegaban a tener hasta 20 sillones individuales, cada uno con su gran espejo, o bien, uno solo que cubría gran parte de la pared a lo largo del salón.

Los colores comunes eran el rosa, violeta, azul o lila en tonos pastel, los utensilios para esta labor, por lo regular, hacían juego con el color de las paredes; muchas revistas de peinados y de temas varios para pasar el tiempo.

Estos salones se adornaban con flores naturales o de plástico y los ventanales eran cubiertos con delgadas cortinas que dejaban pasar mucha luz. Las peinadoras lucían batas en tonos pastel y en algunos incluso se compraba cabello para la elaboración de pelucas.

Los grandes secadores de pelo con apariencia galáctica

Lejos todavía estaban los adelantos en la industria de la moda que, hoy en día, facilitan el trabajo de los estilistas. Las secadoras de pelo que ahora son de mano hacen increíble imaginar la existencia de aquellos enormes y ruidosos secadores de pelo unidos a los sillones acolchonados, donde las damas metían la cabeza, ya con tubos, para un secado rápido y uniforme.

Por su parte, la señora Conchita López, cultora de belleza con 49 años de experiencia, narra que las damas permanecían en estos secadores por 40 minutos y que aun teniendo la cabeza dentro, las clientas platicaban de política, de las revistas, del cine, de religión, continuaban aunque menos que cuando hacían la fila para entrar al secador. En promedio pasaban tres horas entre la elaboración del peinado y el arreglo de uñas.

Antes no se usaba la plancha, la pistola, la tenaza, ni la secadora, no se hacían los cortes como los de hoy que son muy prácticos y no requieren ir al salón, antes todas iban al salón y eran filas para ?prender? los tubos, filas para los secadores, fila para la peinadora, fila para el crepé, fila para las uñas, ?los esposos se desesperaban, pues pasaban ahí en promedio al menos 3 horas. Antes para fijar el pelo se usaba hasta cerveza, dice Conchita.

Doña Conchita considera que estos salones eran como confesionarios, pues las clientas contaban a las peinadoras sus problemas y actividades. Nos enterábamos de sus vidas, dice la entrevistada.

Hoy con el paso del tiempo su salón se ha transformado como la mayoría en la ciudad. Ya no existen esos grandes sillones, hoy tiene una especie de cubículos con muebles que parecen de oficina y aquellos grandes secadores de pelo ahora son pequeños y de tecnología alemana.

En estos ambientes es fácil imaginar algunos diálogos, basados en los testimonios de las entrevistadas, que pudieron haberse dado en aquella época de grandes artistas como Grace Kelly, Marilyn Monroe y Sofía Loren quienes lucían estos peinados y a quienes las damas de sociedad...

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