Una mirada a la democracia hemipléjica

AutorAgustín Basave

En el caso de la socialdemocracia secular la principal causa de la hemiplejia democrática no proviene pri-mordialmente de la izquierda, sino, a mi juicio, de la derecha. El origen de la enfermedad es la miopía de ciertas élites económicas y políticas que se han dejado llevar por la voracidad y han equivocado la defensa de sus intereses. Es la parte del establishment, que a partir de la quiebra del socialismo real, ha pugnado por una arena democrática en la que sólo quepan actores incondicionales o por lo menos "inofensivos". Y claro, si el espectro de competidores electorales va de los creadores de políticas neoliberales a los acatadores de políticas neoliberales, no importa quién gane. Lo que no entienden esos suscriptores anticipados o remisos de la tesis del fin de las ideologías es que están contribuyendo a exacerbar la desigualdad social y la crisis de la democracia representativa y a atizar el resurgimiento de otra vía insurreccional. La consigna de que los partidos y los gobiernos izquierdistas han de parecerse cada vez más a los derechistas puede gozar de algún margen de maniobra en el primer mundo -aunque, como señalaré más adelante, los movimientos de protesta en países primermundistas indican que ese margen se está estrechando-pero la mayoría de la población mundial vive en el inframundo y su paciencia con los tiempos del mercado para derramar las gotas de la riqueza que genera se está agotando.

Ahí, en la aldea global, existen regiones donde la miseria no se da por enterada de los éxitos en la reducción de la pobreza. Y ahí están algunos empresarios grandotes de mirada pequeñita que se obstinan en rechazar la creación de alguna nueva modalidad de Estado benefactor que les daría estabilidad socio-políticamente único que representó un nuevo cedazo para la izquierda a costa de una modesta disminución en sus ganancias. Y ahí está esa izquierda que ha acatado los cambios en las reglas del juego que han gestado su crisis de identidad. Y ahí estamos algunos que no acertamos a cruzar el estrecho acechado por Escila y Caribdis, que no queremos acercarnos ni al monstruo de seis cabezas del neoliberalismo ni a la bestia del paleomarxismo y su remolino regresivo. Y ahí están los puristas de uno y otro costado, sobrados, observando con una sonrisa arcaica a quienes poseemos suficiente insensatez para seguir buscando el sincretismo.

Yo me incluyo entre los que se frustran porque no se ha podido cuadrar el círculo. A mí sí me acongoja la posibilidad de que liberalismo y socialismo sean como el agua y el aceite, y que sólo pueda haber coherencia en la pureza. Por obvias razones: si eso fuera cierto, entonces sí tendríamos una sola ideología factible, al menos por ahora; es decir, la sociedad sólo podría escoger entre dos modelos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR