La milicia ya sufría una "crisis existencial"

AutorJuan Veledíaz

José Pagés Llergo estaba sentado frente a su escritorio con unos papeles en la mano cuando un hombre vestido con uniforme de oficial del Ejército entró a su oficina. Vio que traía un folder bajo el brazo, le señaló un asiento y preguntó: -¿De qué se trata?

El hombre le entregó la carpeta mientras se sentaba. El legendario periodista tabasqueño -conocido desde entonces como El Jefe Pagés- lo miró extrañado. No pensó que quien momentos antes se había anunciado fuera un militar.

-Aquí traigo estos artículos, quiero que me haga el favor de leerlos. Si le son de interés, puede publicarlos.

El folder contenía un análisis crítico del último discurso de Adolfo Ruiz Cortines sobre el Ejército, leído semanas atrás en la conmemoración del Día del Soldado.

-Creo que el presidente no está bien informado -comentó el visitante.

José María Ríos de Hoyos llegó esa mañana a las oficinas de la revista Siempre! con una "bomba" redactada en 20 cuartillas. Un par de fotos publicadas semanas después en esas páginas lo mostraban sentado con el quepí en las manos. Lucía sereno, cabello negro corto, quebrado, y bigote bien recortado. Iba ataviado con su uniforme de gala, impecable en el planchado, del que resaltaban sus insignias. En la bocamanga las marruecas de oficial de Estado Mayor, y en las hombreras la estrella solitaria de mayor de infantería.

El escrito que llevaba era resultado de charlas, discusiones y análisis sobre la situación que se vivía en las Fuerzas Armadas del país con sus colegas en la ESG (Escuela Superior de Guerra), donde se desempeñaba como profesor de sociología y estrategia militar. Una mirada interna sobre el tiempo y circunstancia que le había tocado vivir, preocupaciones de un joven oficial que inició su carrera castrense con el general Manuel Ávila Camacho de presidente, en la época de los caciques de la Revolución, y que tres lustros después veía que nada cambiaba ni se actualizaba.

-Cómo no. Déjemelo -recuerda que le dijo Pagés-. Venga en tres días.

Ríos de Hoyos salió de las oficinas de la revista que dirigía el hombre que se volvió célebre en la prensa mexicana por haber sido uno de los pocos reporteros que viajó a Europa antes de la Segunda Guerra Mundial para entrevistar a Hitler, Mussolini y al Papa Pío XII.

Días después Pagés le llamó y le dijo que el texto le parecía "sumamente interesante". Jamás pensó que algo como lo que ahí se decía ocurriera al interior del Ejército.

-Vamos a publicarlo, nada más que está muy largo. Quiero que me lo haga en tres partes, ¿puede hacerlo?

Ríos de Hoyos se fue. Días después regresó. El viejo director revisó el manuscrito y aceptó.

-Muy bien. Se publica, asintió El Jefe Pagés.

Ríos de Hoyos recordaba que desde ese momento lo invadió una angustia que le sabía a presagio. Pensaba que si no publicaban su artículo se moriría. A su alrededor todo se ralentizó de tal manera que los días le parecían eternos.

Si Pagés no lo publica para mí hubiera sido la muerte. Me hubieran agarrado en frío, porque la publicación fue mi defensa. Si se supiera que se queda todo en silencio, me agarraban al descubierto y entonces...

La ansiedad lo movía. Comenzó a visitar las...

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