México en la Berlinale "indígena"

BERLÍN.- Manuel Jiménez recibió un día en sueños el don de la palabra florida, que es el lenguaje que comunica a las criaturas terrenales con las divinidades. Tal condición lo convirtió en el anciano más respetado de la comunidad tzotzil de Chenalhó, en Chiapas, y a quien todos en el pueblo acuden para pedir ayuda en la solución de problemas colectivos y también individuales.

Con los años, Manuel o Bankilal (el hermano mayor, en lengua tzotzil) ha sido testigo de la irrupción de distintas religiones dentro de su pueblo que han modificado el pensar de sus habitantes, y aun dentro de su misma cosmovisión, enfrentar la invasión de productos externos, como el refresco de cola, sin el cual ahora resulta imposible realizar una ceremonia. A unos kilómetros más al noroeste del país, en la comunidad nahua de San Agustin Oapa, Guerrero, don Silvestre Panta-león se enfrenta al irremediable paso del tiempo. Las dolencias propias de la edad lo sumen en una crisis. Su cuerpo no es el de antes y ya no responde a las duras jornadas físicas que exige su oficio como artesano de la fibra de maguey.

Con la esperanza de recobrar el vigor perdido mediante un ritual que lo aliviará de sus males, el anciano nahua acude a su familia, que en un gesto de amor y solidaridad trabaja con él para reunir el dinero de la ceremonia. Juntos se afanan para cumplir con un encargo especial: elaborar unas cuerdas tradicionales que servirán para atar al santo de su pueblo durante la celebración de la Semana Santa.

Bankilal y Silvestre Pantaleón son dos de las once películas mexicanas que cautivaron a la audiencia alemana durante la 65 edición del Festival Internacional de Cine de Berlin, a concluir este domingo 15 de febrero.

Como nunca antes en la historia de la Berlinale, la presencia de México fue robusta. Y ello en buena medida gracias a la más reciente sección especial del festival, NATIVe, que otorga un espacio exclusivo al cine indígena del mundo entero, este año dedicado a América Latina.

De los 18 filmes que la integraron, cuatro fueron mexicanos: Eco de la Montaña, del experimentado Nicolás Echevarría; Koltavanej, de Concepción Suárez Aguilar; la multipremiada Silvestre Pantaleón, de Roberto Olivares, y Jonathan Amith y Banki-lal, de la novel chiapaneca María Dolores Arias Martínez, y una coproducción con Bolivia y Noruega, Yvy Maraey, del reconocido Juan Carlos Valdivia.

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