Mejor la verdad

AutorHeberto Castillo
Páginas25-31
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El cascarón del Centro Asturiano (CA) era una obra maestra. Así la
sentía yo. Había trabajado duramente en su diseño durante tres
meses, Los cálculos habían sido fatigosos, a veces angustiosos. Las
nervaduras diagonales eran arcos parabólicos de 66 metros. La es-
tructura consistía en dos paraboloides hiperbólicos que se intersec-
taban. Las cuatro patas estaban en las esquinas de un rectángulo de
59 por 30 metros. El espesor de la cáscara era de seis centímetros.
Parecía una hoja de papel, visto de lejos.
Ingenieros y arquitectos del país y extranjeros iban a visitar la
obra. Era la más grande cáscara construida hasta la fecha en el
mundo. Sería el salón principal del Centro Asturiano de México.
El logotipo futuro del club sería un dibujo de la cáscara, visto de
perfil. Todo mundo admiraba la obra, allá por Tlalpan.
Los constructores habían sido varios. Una empresa colocó los
tensores en la cimentación, formando una especie de
ring
de boxeo.
De esos cables de alta resistencia dependía la estabilidad de la es-
tructura. Otra compañía había construido la cáscara. La obra falsa
de ésta había sido toda una obra de arte de carpintería. La cimbra
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