Los médicos del exilio español

AutorAntonio Bertrán

FOTOS: ROBERTO ANTILLÓN

Enmedio de un intenso bombardeo, el mayor médico Pelayo Vilar Canales pasaba consulta, cama por cama, en el puesto quirúrgico del frente instalado en la catalana Solsona. Jefe de Sanidad del XI Cuerpo del Ejército del Este, hacía comentarios clínicos y acordaba tratamientos con los oficiales médicos "mientras el estallido de las bombas hacía añicos los cristales de las salas" donde se encontraban.

Era la víspera del 25 de enero de 1939, cuando cayó Barcelona en manos de las fuerzas del general Francisco Franco, lo cual marcó la derrota de los republicanos españoles y el inicio de su exilio vía la frontera con Francia.

El doctor Vilar tenía 29 años (nació en Barcelona en 1909) y ya estaba bien curtido como médico militar porque desde 1936 se había integrado a los servicios de sanidad de las milicias antifascistas. Miembro, primero, del Partit Nacionalista Català d'Esquerra, y luego del Partit Socialista Unificat de Catalunya, al presentarse el golpe franquista no dudó en que "había que estar del lado de la Generalitat, de la República y, ante todo, de Cataluña".

Su primer orden fue alistarse para el desembarco en Mallorca, donde tuvo su bautizo de fuego cuando un avión le disparó a la motora en la que trasladaban provisiones desde el barco hospital Marqués de Comillas, fondeado a dos millas del frente de playa.

Hijo y nieto de médicos otorrinolaringólogos, la carrera la cursó en las universidades de Barcelona y Zaragoza, donde se graduó en 1934, para luego también hacer la misma especialidad en el Hospital de la Cruz Roja de la capital de Cataluña.

Durante tres años, primero como médico de batallón, luego con el grado de capitán y finalmente como mayor médico, el catalán había servido del lado de la República organizando los servicios de sanidad en diferentes frentes, como el de Madrid, donde fue jefe de sanidad de la Columna Libertad, y Aragón, como jefe del hospital de campaña del XI Cuerpo del Ejército del Este.

Entre miles de combatientes heridos, atendió en su lecho de muerte al mítico revolucionario anarquista Buenaventura Durruti, y luego ayudó a realizar su autopsia, en la que se encontró el hemotórax (sangre en la cavidad pleural, en este caso por una herida con arma de fuego) que le causó la muerte, la madrugada del 21 de noviembre de 1936.

Enviado finalmente a Cataluña, el doctor Vilar atestiguó ciertas victorias pero luego, en las primeras semanas de 1939, vio cómo se fueron perdiendo las poblaciones leales a la República. Dos días antes de tener que abandonar Solsona, para después organizar con la Cruz Roja y las autoridades francesas el traslado de los heridos al otro lado de la frontera, en lugar de derrumbarse, Vilar cumplió con su deber y pasó consulta en medio del referido bombardeo.

Medio siglo después, cuando a los 80 años escribió sus memorias en la Ciudad de México, el médico exiliado calificó esa presencia de ánimo como "humor macabro", pero se justificó: "Así pretendíamos elevar la moral, que ya no existía más que en los que, como yo, nos sentíamos inmersos en nuestra mística".

Una mística por su profesión y el orgullo de su origen que están en cada párrafo de Memorias de un médico catalán en la sanidad militar republicana, 1936-1942, que su hijo Pelayo Vilar Puig, igualmente otorrinolaringólogo, además de académico de la UNAM, publicó el año pasado con el Ateneo Español de México.

La obra fue traducida al español porque su autor no podía más que escribirla en su amada lengua materna, el catalán. La versión original también vio la luz, este año, en Publicaciones Permanyer, y se presentó el pasado 17 de septiembre en la Real Academia de Medicina de Cataluña.

La detallada narración de la odisea, rica en anécdotas emotivas pero no sensibleras, concluye con la llegada del médico al puerto de Veracruz, con otros republicanos como él, a bordo del vapor portugués Nyassa, "el 16 de octubre de 1942, cuatrocientos cincuenta años y seis días después de Colón".

Su esposa Ángela Puig Soriano, modista también catalana; su primogénito Pelayo, que había nacido en Barcelona el 9 de septiembre de 1937, y su hija Ángela, que llegó al mundo dos años después, el 26 de julio (cuando el mayor médico...

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