Mary Anastasia O'Grady / La decepcionante reforma fiscal

AutorMary Anastasia O'Grady

A los estadounidenses que viajan a México se les ha advertido que no beban agua. Qué mal que los mexicanos que pasan el tiempo en Washington en el FMI no reciban una advertencia similar sobre el Kool-Aid ideológico que se sirve ahí. Eso podría evitar que ingirieran malas actitudes sobre impuestos y llevarlas a casa.

Tales pensamientos son difíciles de resistir cuando se considera la reforma fiscal propuesta por Agustín Carstens, un economista extremadamente capaz, entrenado en Chicago y reconocido negociador en política mexicana.

Desafortunadamente, también pasó tres años (2003-2006) en el FMI y si esta reforma -creativa para hacer que las empresas paguen más impuestos y corta en incentivos en favor del crecimiento- es una guía, Carstens ha tomado más que un trago de su fuente de "sabiduría" económica.

Aproximadamente una docena de países ha optado por el impuesto único con un asombroso éxito económico. Irlanda, alguna vez pobre y subdesarrollado, adoptó una tasa corporativa única y se convirtió en el Tigre Celta. Rusia triunfó sobre una cultura aparentemente irreversible de evasión fiscal con una tasa corporativa sencilla y baja y ha experimentado un marcado crecimiento en ingresos. Muchos países de Europa del Este, empobrecidos por décadas de comunismo, han ido un paso más allá al adoptar un verdadero impuesto único que abarca a los individuos.

Sin embargo, la teología del FMI todavía mantiene en la esclavitud a los diseñadores de políticas latinoamericanos. El FMI pregona que el equilibrio fiscal es sagrado y que si los políticos no recortan el gasto, deberían aumentar los impuestos.

El sector productivo de la economía -que incluye a cualquiera con dinero- debe soltar los ingresos que los burócratas y políticos necesitan. Quizás el aspecto más dañino de este dogma es su rechazo al "puntaje dinámico", o en términos no especializados, los efectos positivos sobre los ingresos cuando la simplicidad y las tasas bajas producen niveles más altos de actividad económica, cumplimiento e inversión. Al aferrarse a un análisis estático, los diseñadores de políticas siempre están obligados a ir tras el sector privado. Esto ahuyenta al capital y no hay manera de promover el crecimiento. Lamentablemente, parece que el joven Gobierno de Calderón está a punto de caer en esta trampa.

El componente fiscal de la reforma propuesta es especialmente complicado. Lo que es descrito como una "tasa corporativa única", será, en efecto, un impuesto mínimo alternativo...

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