María Elizabeth de los Rios Uriarte / Cuidar la casa común

AutorMaría Elizabeth de los Rios Uriarte

El desgaste y erosión de nuestro planeta se encuentran ya actualmente en un punto irreversible, sólo nos queda ganar tiempo retrasando dicha destrucción.

Así de grave es el problema de haber dejado desatendida la casa que compartimos y que nos alberga a todos los seres humanos de la Tierra.

La producción de energías sucias que desprenden gases de efecto invernadero, produciendo el aumento de temperaturas en diversas latitudes y sequías y escasez de agua; una contaminación descomunal que infesta calles, barrios, aceras, alcantarillas y mantos acuíferos; la tala excesiva de árboles en zonas boscosas, la sobreexplotación de la flora y fauna con fines lejanos al autoconsumo responsable y otras acciones que bien se podrían enumerar detalladamente han sido la causa de que hoy estemos atestiguando grandes cambios en nuestro entorno, algunos de ellos, provocando pérdidas incontables, a veces, hasta de vidas humanas.

La casa común es una noción que hace referencia a la conciencia y sentido compartido de que el medio ambiente que nos rodea es de todos en lo general y de cada uno en lo particular pero, sobre todo, apunta a la idea fundamental de que Tierra sólo hay una y de que no es posible cambiar de lugar ni ahora ni en unos años.

Es por lo anterior que esta noción en la que tanto ha insistido el Papa Francisco desde la publicación de su encíclica "Laudato Sí", del 2015, y como él muchos otros líderes, gobernantes y activistas, conlleva necesariamente la acción responsable por conservar, cuidar, preservar y, en la medida de lo posible, recuperar los recursos que se nos ofrecen en un acto de prudencia para separar lo necesario de lo excesivo, lo que hace falta de lo que sobra, lo que está ahí para satisfacer la necesidad de sobrevivencia y lo que se usa para la satisfacción de la demanda comercial y del capital económico.

La clave de este uso responsable de la libertad está pues en discernir lo que se hace y se consume a la luz del sentido de pertenencia compartido a una comunidad humana que habita en un espacio común y compartido cuya finitud es limitada y cuyo dominio es imposible.

Este entorno que alimenta, alberga, cubre, protege y brinda lo necesario para vivir y disfrutar de una...

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