La marea morada: elecciones congresuales y municipales de 2010 en la República Dominicana

AutorAna Belén Benito Sánchez
Páginas405-438
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INTRODUCCIÓN
El 16 de mayo de 2010, más de seis millones de dominicanos acudieron a
las urnas a elegir un total de 4,031 cargos, de representación nacional (183
diputados y 32 senadores), municipal (155 alcaldes y suplentes; 1,149 regi-
dores y suplentes; 229 directores de distritos municipales y 715 vocales) y
supranacional (20 diputados y sus correspondientes suplentes al Parlamen-
to Centroamericano-PARLACEN). En los tres escenarios el Partido de la Libe-
ración Dominicana (PLD) revalidó su posición de dominio, consolidándose
como fuerza política mayoritaria en la etapa post-caudillos. En este periodo
el sistema de partidos está experimentando una progresiva mutación del
tripartidismo al “bipartidismo satelital” (Espinal, 2010).1
La victoria del PLD ha teñido de morado el mapa nacional, al obtener la
mayoría de los escaños en la Cámara de Diputados (57.3 por ciento) y en el
PARLACEN (50 por ciento); el control absoluto del Senado (96.8 por ciento);
y el 59.3 por ciento de las alcaldías. Por su parte, el Partido de la Revolución
Dominicana (PRD), aunque duplica su representación en la Cámara, ya que
con sus 75 diputados controlará el 40.9 por ciento del hemiciclo frente al
24.1 por ciento de la legislatura anterior, por primera vez desde 1978, no
tendrá representación en el Senado. Este hecho es especialmente relevante
pues el Senado tiene entre sus atribuciones la elección de los miembros de
* Investigadora del Centro de Gobernabilidad y Gerencia Social (CEGES) en INTEC, Repúbli-
ca Dominicana y candidata a doctor por la Universidad de Salamanca. La autora agradece los
comentarios y valiosas sugerencias de Leticia Ruiz Rodríguez.
1 Dos partidos mayoritarios (PLD y PRD) en torno a los cuales se aglutinan muchos parti-
dos pequeños (más de 20).
La marea morada: elecciones congresuales y municipales
de 2010 en la República Dominicana
Ana Belén Benito Sánchez*
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la Cámara de Cuentas y de la Junta Central Electoral (JCE). De igual manera, al
controlar el Consejo Nacional de la Magistratura, el partido oficialista no se
verá en la necesidad de consensuar con la oposición la designación de los
miembros del futuro Tribunal Constitucional, la Suprema Corte de Justicia
y el Tribunal Superior Electoral.2 Junto a estos hechos, las elecciones con-
firman el descalabro electoral del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC)
—que obtiene tres diputados, un senador y cuatro alcaldías— e ilustran la
lenta agonía de los reformistas, que comenzó en 1994 y se precipitó tras la
desaparición de su líder histórico Joaquín Balaguer.3
Este capítulo analiza los resultados de las elecciones legislativas y mu-
nicipales de 2010, y propone una interpretación de los mismos en clave del
sistema de partidos. El principal argumento es que en esta contienda el PLD
consolida su fuerza electoral, constatando la evolución que ha experimen-
tado el sistema de partidos dominicano del tripartidismo a uno de partido
dominante gracias al apoyo de las fuerzas minoritarias. El liderazgo del
Presidente Leonel Fernández, su fuerza de atracción y pragmatismo, son la
clave del éxito electoral del PLD, favorecido por el faccionalismo endémico
del PRD y la descomposición progresiva del PRSC. Tras las elecciones de
mayo de 2010, el PLD se posiciona en un lugar de dominio de la escena
política hasta las próximas elecciones presidenciales de 2012 y que, con
independencia de dichos resultados, le asegura el control del Senado du-
rante los próximos seis años.
Para ello, se presenta el contexto político y electoral previo, y en par-
ticular, el andamiaje institucional que dibuja la nueva Constitución de
2010. En segundo lugar, se examina la campaña electoral, con especial
atención al fenómeno del clientelismo; un escenario donde el voto (electo-
res) y el apoyo entre partidos (alianzas) se ofrece a cambio de la expectati-
va de una ventaja material particularizada. En tercer lugar, se describen los
conflictos y mecanismos de cooperación en la selección de candidatos,
2 La Cámara de Cuentas tiene como función principal investigar y comprobar la exactitud
de las cuentas y operaciones financieras del Estado, su elección corresponde al Senado en base
a las ternas presentadas por el Ejecutivo. El Consejo Nacional de la Magistratura lo integran el
presidente de la República; el presidente del Senado y un Senador de un partido diferente a
aquel; el presidente de la Cámara de Diputados, y un diputado de un partido diferente a aquel;
el presidente de la Suprema Corte de Justicia y un magistrado de la Suprema. Tiene la única
facultad para la designación de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, pudiendo disponer
su sustitución en los casos de cesación de uno de ellos, pero no destituirlos.
3 Los colores identificativos de los tres partidos son: morado PLD, blanco PRD y rojo PRSC.
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donde destacan el tradicional faccionalismo partidista, y la más novedosa
judicialización de las controversias internas. El examen de las reglas del jue-
go y las particularidades del sistema electoral dominicano, da paso a la
interpretación de los resultados electorales, y, a modo de conclusión, se
perfilan las claves del escenario político futuro tras los comicios de 2010.
CONTEXTO POLÍTICO Y ELECTORAL PREVIO
Las claves del éxito del partido oficialista bajo el liderazgo del actual Pre-
sidente Leonel Fernández radican en su paulatina desideologización, vi-
rando desde el marxismo de las fuerzas vinculadas a Juan Bosch en la dé-
cada de 1970 al pragmatismo conservador actual. Ello se traduce en la
arena electoral en una habilidad camaleónica para presentarse ante los
votantes como “heredero de las fuerzas históricas del balaguerismo”, por
un lado; legatario del boschismo y continuador de su revolución democrá-
tica, por otro, y anfitrión benefactor de los disidentes-tránsfugas del PRD y
de los pequeños partidos aliados. Esta aparente esquizofrenia ideológica
en la práctica se ha revelado como una exitosa estrategia para aunar las
voluntades de la elite política y delinear un tipo de presidencialismo plu-
ralista donde priman el trueque clientelar, la cooperación inter-partidista
y el reparto pragmático del poder entre actores.
En 2004, Leonel Fernández alcanzaba de nuevo la presidencia de la
República Dominicana, tras la turbulenta administración de Hipólito Mejía
(2000-2004) y un PRD abatido por la crisis financiera del escándalo BANINTER.4
Dos años después, en las elecciones de medio término de 2006, el PLD
conquistaba por primera vez en su historia la mayoría en ambas Cámaras;
un escenario propicio para poner en marcha las reformas institucionales
que bajo el nombre de “Revolución Democrática” anunciara en 2004 al
asumir su segundo mandato al frente del Ejecutivo dominicano.5 La cómo-
da victoria del PLD en ambas Cámaras se tradujo en una fluida relación
4 El Banco Intercontinental (BANINTER) se vio envuelto en una estafa millonaria que llevó
al colapso del banco en 2003 y desencadenó una de las mayores crisis financieras en el país.
Los directivos del banco fueron condenados en 2007 por estafa y lavado de activos.
5 Leonel Fernández asumió por primera vez la presidencia de la República Dominicana
en 1996, gracias a la alianza conservadora-nacionalista entre Balaguer y Bosch en la segunda
vuelta para evitar el triunfo del perredeísta José Francisco Peña Gómez.

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