Marco teórico conceptual de la ética dentro de la vida pública
| Autor | Óscar Diego Bautista |
| Páginas | 21-64 |
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CAPÍTULO PRIMERO.
MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL
DE LA ÉTICA DENTRO
DE LA VIDA PÚBLICA
Las personas que deban estar en el cargo
son las que sean más capaces de detentarlo.
Aristóteles, Política, 1273 b, 8-9
1. GENERALIDADES Y PRINCIPIOS DE LA ÉTICA
Para una clara comprensión del concepto de ética pública, conviene partir de
los aspectos básicos de la ética como disciplina, es decir, su denición, su ob-
jeto de estudio, sus diferencias o similitudes con respecto a lo moral, así como
su relevancia en la vida del ser humano. Mediante el conocimiento de estos elemen-
tos se estará en una adecuada posición para comprender la importancia de esta dis-
ciplina enfocada en la política y la administración pública.
1.1 Una denición de la ética
Una primera denición señala que la ética es la “morada” o el “lugar donde se ha-
bita”. Es el refugio de toda persona, la fortaleza inexpugnable del ser humano. La
académica de la UNAM, Juliana González, explica esta denición al escribir:
Se sabe que, en su origen más arcaico, ethos signicó “morada” o “guarida” de los ani-
males, y que sólo más tarde, por extensión, se refería al ámbito humano, conservando,
del algún modo, ese primigenio sentido de “lugar de resguardo”, de refugio o protección;
de “espacio” vital seguro, a cubierto de la “intemperie” y en el cual se acostumbra “habi-
tar”. El sentido “habitar” o “morar” está ciertamente entrañado en el ethos humano: re-
mite a la idea esencial de “morada interior”. El ethos es “lugar” humano de “seguridad”
existencial. Aunque también o signicativo es que se trate de un lugar acostumbrado,
ÉTICA Y POLÍTICA
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habitual, familiar. De ahí que ethos signique también costumbre, uso. Remite a una
forma habitual de comportamiento. Y de ahí también su asociación al término casi
idéntico que signica expresamente hábito o costumbre (González, 1996, 10).
La ética es la fortaleza inexpugnable del ser humano. Es el espacio más íntimo de
cada individuo, un lugar de reexión. De profunda reexión. Ahí donde nadie entra.
La ética es una lámpara que ilumina al hombre en su vida. Es cual raíz rme donde
se sujeta un individuo frente a los vientos de las pasiones. Se posee ética cuando se
logra comprender los vicios y virtudes del ser humano y se apuesta por interiorizar
las virtudes hasta hacerlos principios, son guías bajo los cuales se rige la conducta.
El ethos del individuo es la tierra fértil de donde brotan todos los actos humanos que
dan fundamento a una forma o modo de vida.
La ética estudia los actos del individuo, entendiendo por acto “una disposición
voluntaria de la inteligencia que suscita, controla y dirige las operaciones menta-
les para conseguir un estilo determinado de ocurrencias” (Marina, 1995, 163). Cada
acto en el comportamiento tiene un nombre. Aristóteles, explica en sus tratados de
ética cada uno de los diferentes actos del ser humano, entre las cuales se encuentran
las siguientes: A la persona que siempre se molesta se le denomina iracundo y al
estado de ánimo ira; quien ambiciona riquezas desmesuradas es el avaro y el esta-
do es la avaricia; quien delibera con sano juicio es prudente, y el estado de ánimo es
la prudencia, quien habla con la verdad es verídico y al estado de ánimo se le deno-
mina veracidad y así sucesivamente (Ética Nicomaquea, 1107). Todo individuo a lo
largo de la vida adopta caracteres especícos para aplicarlos en su conducta diaria,
de esta manera va adquiriendo principios éticos y formando su identidad.
El sabio de la Grecia clásica fue el primero en sistematizar los conocimientos de
la ética en sus diferentes tratados Ética Nicomaquea, Ética Eudemiana y la Gran
ética, la denición etimológica de ética señala que es una disciplina que estudia las
actitudes, los hábitos y las costumbres del ser humano. La ética analiza las formas
de actuar del género humano. Conforme a estas formas de actuación se establece
una clasicación de géneros de vida. También señala cuáles son las formas desea-
bles para vivir y cuáles son censurables.
1.2 Tipología de los actos humanos: vicios, virtudes y justo medio
Una vez conocidas las formas de comportamiento, la ética las clasica. Por un lado,
en aquellos actos que benecian, son positivos o convenientes al ser humano en tanto
que no perjudican ni a uno mismo ni a otro, por el contrario, ayudan a los semejantes,
por ejemplo, la justicia, la libertad, el honor o la prudencia. A estos se les denomina
virtudes. Por otro lado, en aquellas que perjudican, son negativos o inconvenientes
porque perjudican tanto al que lo realiza como al que lo recibe se les denomina vicios,
son ejemplo de estos la injusticia, el despotismo, la traición o la imprudencia.
CAPÍTULO PRIMERO. MARCO TEÓRICO CONCEPTUAL DE LA ÉTICA DENTRO DE LA VIDA PÚBLICA
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Para Aristóteles “la virtud de un hombre es un bien digno de honra porque gra-
cias a ella, viene el hombre a ser honesto o bueno” (Aristóteles, Gran ética, 36). Es la
virtud la potencia especíca que el hombre tiene de armar su propia excelencia, es
decir, su humanidad. Para el lósofo francés Andre Compte- Sponville la virtud es:
Una forma de ser pero adquirida y duradera: es lo que nosotros somos porque hemos
llegado a serlo. Es nuestra forma de ser y de actuar humanamente, es decir, nuestra
capacidad de actuar bien. No hay nada tan bello y tan legítimo como que el hombre ac-
túe correctamente” (Compte-Sponville, 2005,14).
La virtud es una fuerza que actúa o que puede actuar. Así, la virtud de un hom-
bre es querer y actuar humanamente. Este ejemplo, tomado de los griegos, dice lo
esencial: la virtud es potencia, pero potencia especíca. La virtud de un ser es lo
que le conere su valor o, dicho de otro modo, su propia excelencia. Virtud en el
sentido general, es potencia; y en el sentido particular: humana potencia o poten-
cia de humanidad. Las virtudes morales hacen que un hombre parezca más huma-
no o más excelente que otro y sin las cuales, seríamos calicados de inhumanos.
Esta situación supone un deseo de humanidad sin el cual cualquier moral sería
imposible.
Así, la virtud es una disposición adquirida para hacer el bien. No el Bien absolu-
to, no el Bien en sí mismo, que bastaría con conocer y aplicar. El bien no existe para
contemplarlo sino para ser llevado a cabo. La virtud es el esfuerzo por alcanzar el
bien, y este sólo existe en las acciones buenas y en las buenas intenciones designa-
das por la tradición con el nombre de excelencias. ¿Y cuál es la excelencia propia del
hombre? Aristóteles (Ética Nicomaquea, 1097b, 1098a) respondía que aquello que
le distinguía de los animales o, dicho de otra forma, la vida racional, de manera que
los actos de los individuos virtuosos se hayan regidos por la recta razón. En deni-
tiva, las virtudes son nuestros valores morales pero encarnados en la medida de lo
posible, vividos en acto. Los tratados de Ética enseñan que cuando las acciones de
la persona se acompañan de las virtudes se halla en un estado “activo” el cual impli-
ca ser consciente y responsable de cada movimiento o acto a realizar. Estar en acto
signica que el sujeto es dueño de la situación, que domina los deseos conforme a la
recta razón.
Una identicación de las principales virtudes señaladas por Aristóteles en su
obra sobre ética son las siguientes: amabilidad, cordialidad, amistad, autoridad,
capacidad, compromiso, fortaleza, generosidad, honor, humildad, jovialidad o buen
humor, justicia, lealtad, libertad, magnanimidad, magnicencia, moderación, pa-
ciencia, prudencia, respeto, sabiduría, sinceridad, sobriedad, templanza, valor, ve-
racidad o franqueza. (Ética Nicomaquea, Libros II, III, IV y V). En suma, “La mejor
forma de vida sea para el individuo, sea para los Estados, es decir, particular o co-
lectivamente, es la vida unida a la virtud dotada de medios sucientes para tomar
parte en las acciones virtuosas” (Aristóteles, Ética Nicomaquea, 1324a).
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