Marco teórico conceptual

AutorArturo Reyes Delgadillo/Jorge Márquez Muñoz
Páginas27-67
CAPÍTULO 1
MARCO TE ÓRICO CONCE PTUAL
LA DEMOC RACIA PA RTICI PATIVA
En México, una cuarta parte de la población económicamente activa la-
bora en el campo, por tanto, la ciudadanía rural es un eslabón relevante
en la consolidación de la democracia y el desarrollo del país. Las orga-
nizaciones agropecuarias incentivan el mejoramiento de las condiciones
materiales de vida, modifican las relaciones de poder en el interior de los
grupos y comunidades, profundizan el pluralismo, amplían la ciudadanía
y defienden el patrimonio común. En consecuencia, la multiplicación de
las organizaciones rurales impulsa la participación ciudadana. Sin em-
bargo, muchas de ellas no han logrado existir de forma duradera. Entre
los problemas que enfrentan están: la coordinación de cadenas produc-
tivas, el acceso a mercados, la carencia de servicios, las dificultades de
financiamiento y la nula gestión de recursos. Dichos obstáculos reflejan
las desigualdades de la sociedad rural mexicana. Esta última necesita del
ejercicio activo de la ciudadanía para superar los inconvenientes estruc-
turales de la desigualdad de desarrollo en los diferentes sectores produc-
tivos (Muñoz, Santiago y Verduzco, 2010: 11).
La participación social en el campo ha servido de válvula de seguridad
al sistema político mexicano, pues los conflictos, en lugar de desencade-
nar procesos revolucionarios, se han dirimido mediante procedimientos
deliberativos. Además, con el paso de los años, las asociaciones rurales
han reforzado los valores poliárquicos, a pesar de lo cual, la forma de
gobierno citada pareciera hoy un término desprestigiado e incapaz de dar
respuesta a los problemas modernos del campo. Por ello, es imprescin-
dible esclarecer las variantes de la democracia para determinar de qué
manera puede ese gobierno responder a los retos contemporáneos.
28 ARTU RO RE YES DELGAD ILL O Y JOR GE MÁ RQU EZ MU ÑOZ
En Grecia, la democracia surgió a partir de las organizaciones agríco-
las y ganaderas. Los labradores trabajaban la tierra de forma individual
y les era difícil acudir a las asambleas. Sin embargo, su integración en
congregaciones les permitió participar directamente en asuntos cívicos.
Así tomaron parte en la elección de magistrados, la rendición de cuentas y
la administración de justicia. Además, las asociaciones campesinas tuvie-
ron un peso representativo en el referendo de funcionarios y la recolección
fiscal. Los labradores organizados aportaron al régimen de la democracia
ateniense estabilidad, negociación de conflictos y asentimiento del gobier-
no (Ar istóteles, 200 0).
En la Roma clásica, el Medioevo europeo y el México prehispánico,
las agrupaciones campesinas, mineras y de pescadores también tuvieron
un papel trascendental en la política. Todas ellas deliberaban colectiva-
mente y manifestaban sus resoluciones y demandas ante las autoridades.
Las corporaciones estructuraron las primeras cofradías que reproducían
la estratificación de la ciudad, ritos y saberes públicos. Ellas fueron el
núcleo de los gremios y brindaron a los particulares un sentimiento de
comunión y familiaridad. A su vez, constituyeron el espíritu de las enti-
dades políticas. La primera constatación de una cofradía es la igualdad
de sus miembros. Dicha perspectiva homogenizante proviene del culto
cristiano, donde todos son iguales ante Dios. Dentro de una cofradía se
desarrollan los principios básicos de la democracia. Así, la participación
ciudadana encarna en la cofraternidad. Esa asociación tradicional sirvió
de modelo a los gremios, sindicatos y partidos. Las corporaciones ante-
riores utilizaron los mecanismos deliberativos y de organización de las
cofradías para resolver problemas comunes (Bracho, 1990: 149-173).
De acuerdo con la teoría política, la comprensión del funcionamiento
de la democracia exige un análisis de los niveles micro, meso, macro y
metapolíticos. El primero se refiere a las condiciones del individuo en las
sociedades modernas; el segundo, a sus asociaciones; el tercero, al Estado;
y el cuarto, a los presupuestos ideológicos que engloban a los anteriores
(Orozco, 1996: 169-226).
Alexis de Tocqueville comprendía que el nivel más importante respec-
to a la concreción de la democracia es el mesopolítico, pues, como se ha
citado, desde la Grecia clásica hasta el mundo contemporáneo, los valores
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LA PARTI CIPACI ÓN DE PR ODUCT ORES EN LA VIDA INST ITU CIONA L PAR A EL P ROCE SO...
que nutren a la ciudadanía emanan de las asociaciones. Las organizacio-
nes sociales garantizan la libertad, la igualdad y el equilibrio de poderes
en los países modernos. Las potencias occidentales alcanzaron su desa-
rrollo debido a la fuerza que los particulares adquirieron al organizarse.
Por medio de sus asociaciones conquistaron derechos, cumplieron con sus
obligaciones y mejoraron la calidad de vida de los miembros de la socie-
dad. Además, consiguieron participar directamente en las decisiones de
Estado pues congregaron grupos de presión que defendieron y negociaron
sus intereses ante las instancias formales de la administración. A partir
del asociacionismo, se formaron corporaciones que impulsaron el comer-
cio, la industrialización y la prosperidad de los habitantes.
Durante los siglos XVI I y XV II I, en Holanda, España, Inglaterra,
Francia y los países bálticos, las corporaciones materializaron las deman-
das ciudadanas. Dichas organizaciones influían en la política exterior de
las potencias y también determinaban muchas de las directrices internas
de los países. Sin embargo, los Estados Unidos lograron vincular las pe-
ticiones individuales, el asociacionismo y la gestión pública en una escala
superior a sus homólogos. Después de la guerra fría, la revolución corpo-
rativa le permitió convertirse en el Estado hegemónico y en el modelo de
la democracia global. El asociacionismo es crucial para la consolidación
de la poliarquía. No obstante, cuando se exporta el modelo democrático
estadounidense parece que solamente incide en la estructura guberna-
mental, los niveles meta y micropolítico; por tanto, las transiciones de-
mocráticas han dejado de lado el nivel que alimentó históricamente esa
forma de gobierno (Orozco, 1996: 169-226).
Como consecuencia del crecimiento sostenido de los últimos años, más
de cincuenta millones de latinoamericanos salieron de la miseria y se in-
tegraron a las clases medias. Esto conforma el 8 por ciento de la población
regional. Respecto al informe 2011 de Latinobarómetro, América Lati-
na redujo la pobreza de 48 a 28 por ciento. Del total de población, 30 por
ciento está constituida por los estratos medios. A pesar de ello, de acuerdo
con la última encuesta de Latinobarómetro 2013, durante la coyuntura
actual de desaceleración económica existe un creciente malestar social en
América Latina. La encuesta afirma que 68 por ciento de la población re-
gional pertenece a las clases bajas, y más de la mitad de la población

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