Manuel Carpio y la nueva medicina

AutorMauricio Ortiz
Páginas21-25

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No es desde luego coincidencia que a comienzos del siglo xix la na ción que se estaba gestando se enfrascara desde el principio en adoptar y aclimatar la nueva medicina que se debatía por nacer en Europa. Los vientos de cambio soplaban en todo el orbe hispánico y en todos los ór- denes de la vida. Atendiendo al llamado de la historia, las instituciones políticas mexicanas y la vida social daban un giro completo y la salud no iba a quedarse atrás.

La figura del médico y poeta veracruzano Manuel Carpio (1791-1860) plasma, como tal vez ninguna otra de su época, esos esfuerzos por sacudirse los antiguos polvos de la medicina imaginaria y dar brillo a la medicina científica. Si Balmis, cirujano de formación, hacia el final de su carrera había alcanzado a poner un pie en la nueva medicina, Carpio, que como médico nació ya en ésta, mantenía un pie en la antigua. Para confirmar esto basta acercarse a su primera obra, publicada en 1823: Aforismos y pronósticos, de Hipócrates, en cuya edición incluye el artículoPectoriloquio” del Diccionario de ciencias médicas; traducidos al castellano, los primeros del latín, y el último del francés.

Nacido en Cosamaloapan, Carpio, huérfano de padre desde pequeño, tenía 13 años cuando Balmis llegó a la Nueva España. Hizo estudios de latinidad, filosofía y teología en el Seminario Conciliar de Puebla. Su primera vocación fue el sacerdocio, pero renunció a la carrera eclesiástica por sentirse, como después dejaría asentado, insuficiente para ejercerla. Incursionó entonces en el derecho, que no le sentó, y al fin optó por la medicina, una profesión marcada en ese entonces por el total desprestigio.

En realidad lo que comenzó a estudiar Carpio fue cirugía, en Puebla, en el Hospital de San Pedro; un lugar que dejaba mucho que desear en materia de enseñanza. Junto con otros estudiantes organizó una academia para enfrentar esa carencia, en un arranque más de esa pasión por el estudio que lo acompañó toda la vida. A raíz de la serie de presentaciones públicas que realizaron en la capital poblana, Carpio y sus compañeros se hicieron acreedores al título de “ciru-janos latinos”, expedidos por el Real Tribunal del Protomedicato. Más tarde, bajo los auspicios del obispo poblano, monseñor Antonio Joaquín Pérez, Carpio se trasladó a la ciudad de México, a estudiar medicina en la Universidad. Recibió el grado de bachiller en 1823,

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Carpio:
la medicina científica en México

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Del

Protomedicato a la Facultad Médica

Funciones
del Tribunal del Protomedicato

Consejo Superior de Salubridad

Gómez Farías
y la Facultad de Ciencias Médicas

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