Manuel J. Jáuregui / ¿Qué no lo eran?

AutorManuel J. Jáuregui

Ésta, amigos, es una estadística dura: de cada OCHO PESOS que se invierten en México, SIETE los aporta el sector privado. Ojo, este total incluye a las PYMES, no hablamos nada más de las empresas privadas "grandotas" por todos ustedes conocidas.

El universo del sector empresarial es pues en México muy, pero muy amplio y en él -como en la viña del Señor- hay de todo.

Como grupo, entonces, no se le puede juzgar por la actuación de unos cuantos que, sí, puede que aprovechen en demasía ser "actores dominantes" en su sector, o que en ocasiones actúen sin ética.

México requiere de muchos, pero muchos buenos empresarios, de nuevos negocios, de inversión, y en todo caso, su desempeño, su conducta, los deberían normar los volúmenes gruesos de leyes comerciales y económicas que por casi un siglo han guiado el desarrollo del País, el cual es palpable.

Pero diríamos que, por lo general, el empresariado nacional es gente buena, responsable, derecha, que aporta -y mucho- al bienestar de México. Crean empleos, impulsan la economía, invierten, aportan a la sociedad con hospitales, universidades, esparcimiento y etcétera.

Por ello ha destanteado a muchos -incluyendo, les confesamos, a su servidor- el que ahora los protagonistas más encumbrados del sector privado, así como su liderazgo cupular, acepten participar en un ejercicio público de autoflagelación y contrición realizando un "mea culpa" medio desfigurado, firmando un acuerdo (decálogo) que seguramente complació al Presidente, quien es el que por años los ha denostado y, por lo tanto, el responsable -si no culpable- de que su imagen haya sufrido algún cambio de percepción, si es que así es.

Parece ser todo esto una paradoja KAFKIANA, algo perteneciente a la corriente del absurdo, que al firmar el documento (un pacto de facto con el Gobierno) casi casi ACEPTAN que su detractor ¡tuvo la razón al denostarlos!

Es decir, el prometer "ahora sí" conducirse como chicos buenos levanta la pregunta: ¿Qué entonces no lo eran antes? ¿Aceptan acaso haber abusado, aceptan haberse conducido antisocialmente en el pasado? ¿Son ciertos los vituperios levantados en su contra por quien hoy gobierna, que es el mismo ante quien prácticamente se comprometen a "portarse bien"?

Sí, ya sabemos que todo es cuestión de perspectiva, y quizá los arquitectos de este decálogo seguramente ofrecerán sobradas...

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