Por qué Luis Raúl González Pérez debe presidir la CNDH

AutorÁngel M. Junquera Sepúlveda
CargoDirector
Páginas1-1
1
El Mundo del Abogado / Noviembre 2014
Por qué Luis Raúl González Pérez
debe presidir la CNDH
Cuando Jorge Carpizo impulsó la creación de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH), tenía en mente dar una sacudida al siste-
ma gubernamental e investigar los abusos que soldados,
marinos, policías, agentes de migración y toda suerte de
servidores públicos cometían contra los ciudadanos.
Su gestión fue deslumbrante. Como buen abogado, se
apoyó en la Constitución y la ley para fundamentar sus
posturas y, aunque ésa no era su intención, contribuyó a
que el gobierno fuera más creíble y legítimo.
Al concluir su encargo, fue sustituido por Jorge Madra-
zo, quien continuó la línea de su maestro, aunque sin el
entusiasmo que caracterizaba a Carpizo. Como Madrazo
venía de ser director del Instituto de Investigaciones Ju-
rídicas de la UNAM, se dijo entonces que la CNDH estaba
en manos de la UNAM; que no debía seguir ahí. Por ello se
nombró a Mireille Rocatti.
Pero a Rocatti se le vio tibia y se le identificó no con la
UNAM sino con grupos políticos del Estado de México, lo
que devino en debilidad institucional. En su afán de devol-
ver la Comisión a la UNAM, se le dio a José Luis Soberanes,
quien perdió el rumbo. Los gastos se dispararon y los
resultados se desvanecieron.
Muchos políticos, sin embargo, lo hallaron cómodo.
El doctor en Derecho daba un manotazo por aquí y otro
por allá, pero pocos le prestaban atención. Tan cómodo
resultó, que fue reelegido. Duró en el cargo 10 años y
nadie pensó que su posición fuera de la UNAM, pues sus
vínculos con asociaciones católicas fundamentalistas le
dieron otro perfil. El propio Carpizo llegó a confrontarlo
por su frivolidad, sus dispendios y su falta de compromiso.
Al concluir su gestión, Soberanes temía que salieran a
la luz sus despilfarros y se embarcó en una campaña para
dejar en su sitio a Raúl Plascencia, su visitador y hombre
de mayor confianza. Plascencia prometió cargos y canon-
jías. Y cumplió.
Hoy, a unos días de que el Senado designe al sucesor
de Plascencia, los activistas exigen que la Comisión se
entregue “a una persona valiente y comprometida” que
ponga de rodillas al Estado mexicano. Pero la Comisión, al
igual que otros organismos autónomos, no es una organi-
zación de la sociedad civil (OSC). De éstas ya hay muchas
EDITORIAL
en México y, aunque son indispensables para denunciar
arbitrariedades, tienen un papel distinto del que se espera
de la CNDH. Ésta no compite con Human Rights Watch. El
día que lo intente, deberá desaparecer o transformarse en
una OSC, sin pretender recibir recursos públicos.
Algunos senadores, cuyos amigos y parientes recibie-
ron chambas y prerrogativas de Plascencia, insisten en
que éste debe ser reelegido. “Más vale malo conocido que
bueno por conocer”, aducen. Pero los ruidosos errores
de Plascencia y la innegable campaña que el periódico Re-
forma y otros medios han lanzado en su contra, así como
la timidez con la que enfrentó algunos casos, lo hacen
inviable.
En el convulso escenario que hoy vive México, Luis
Raúl González Pérez es, sin duda, el más completo de los
candidatos. El actual abogado general de la UNAM es un
servidor público que se ha caracterizado por su institucio-
nalidad y su valor. No es un hombre de estridencias, como
puede serlo Emilio Álvarez Icaza, con quien González Pérez
ya compitió hace cinco años por la presidencia de la CNDH,
pero tampoco es un hombre de complacencias: es un jurista
comprometido con la defensa de los derechos humanos.
Sus libros, sus artículos, sus posicionamientos, su visión y su
trayectoria profesional así lo avalan.
“¿Se devolverá entonces la Comisión a la UNAM?”, se
preguntarán algunos. La respuesta es que González Pérez
no es la UNAM y, frente a otros candidatos —éstos sí con
visibles nexos con otros grupos políticos—, es el que
mejor se desempeñaría en el cargo. A juzgar por lo que se
halla en juego, es quien mayor neutralidad garantiza.
Si el Senado vuelve a colocar a un sujeto cuya misión
sea distribuir canonjías, difícilmente sacará a la CNDH del
marasmo en que ésta vive inmersa. Volverá a equivocarse.
En la Comisión no se requiere un activista ni un gestor
de los intereses de los partidos políticos sino un abogado
sensato, capaz de retomar la misión de la CNDH y, así,
devolverle su prestigio. Luis Raúl González Pérez reúne
las cualidades humanas y técnicas que lo perfilan como el
mejor candidato.
Ángel M. Junquera Sepúlveda
Director

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR