Luis Manuel Garza / Pederastia

AutorLuis Manuel Garza

El Papa Francisco le ha dado continuidad a la histórica deuda que la Iglesia católica mantiene con todas aquellas personas, quienes siendo menores de edad, fueron víctimas de crímenes sexuales, cometidos por siniestros personajes que cometieron sus delitos amparados en ese dejo de santidad que, para mal de muchos, les brinda la sotana.

Porque a más de cinco años de haber asumido su cargo, el Papa ha hecho muy poco por las víctimas de delitos perpetrados por sacerdotes.

Vea usted, el fin de semana pasado, el Papa Francisco realizó la primera visita institucional a la República de Irlanda, la cual no había recibido a un representante del Vaticano desde 1979, que fue Juan Pablo II.

Irlanda fue por muchos años el país más católico de Europa, pero ahora una buena parte de la sociedad le ha dado la espalda a su otrora religión dominante, a partir de que en el 2009 la Comisión Ryan integrada en el 2000, destapó el abuso sexual sistemático y crueldad extrema en perjuicio de al menos 35 mil menores, entre las décadas de los 50 y 80.

Irlanda había dado un paso a la modernidad cuando en 1995, tras un referéndum, permitió el divorcio, el cual estaba prohibido constitucionalmente desde 1937.

Pero a raíz del escándalo de abusos a menores por parte de clérigos católicos, los irlandeses han logrado una visión menos retrógrada de la vida, al grado que el aborto se ha permitido en ciertos casos y se ha legalizado sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La reciente visita del Papa a aquella nación, los días 25 y 26, en el marco del Encuentro Mundial de las Familias celebrado la semana pasada, tendría como propósito buscar posicionar nuevamente a la Iglesia católica entre sus habitantes.

Pero lejos de lograr su objetivo, los eventos masivos en donde participó el Pontífice estuvieron plagados de severas protestas.

"El Papa: cabeza del mayor bastión pedófilo en la historia de la humanidad", rezaba una pancarta a escasos metros del vehículo en que se trasladaba Francisco, frente al Castillo de Dublín.

Algunos protestaron colgándose en sus cuerpos...

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