Luis Manuel Garza / Desafío migratorio

AutorLuis Manuel Garza

A principios del mes pasado externé en estas páginasmi opinión sobre el fenómeno migratorio en nuestro País, proponiendo reformar la ley de la materia para adecuarla a la realidad de aquellas fechas, como lo eran las caravanas de migrantes provenientes de nuestra frontera sur que cruzaban nuestro territorio para internarse en suelo norteamericano.

Pero dados los acontecimientos recientes, en que México se le hincó de nueva cuenta a Estados Unidos ante la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles a todos los productos mexicanos que ingresen a territorio estadounidense en caso de no frenar el flujo de migrantes hacia aquel país, ahora el tema debe replantearse.

En primer término, debemos partir de una premisa irrefutable: México no está preparado para recibir a decenas de miles de migrantes, quienes podrían complicarle la existencia a los mexicanos, si el manejo de las autoridades no es el adecuado.

Vaya, si no podemos satisfacer las más elementales necesidades de millones de coterráneos sumergidos en pobreza extrema, ¿cómo lograremos hacerlo con los extranjeros que son expulsados de sus países justamente por la pobreza?

¿A costa de qué o de quién podremos resolver la crisis humanitaria ocasionada por la migración?

Porque los migrantes extranjeros (al igual que los nacionales) deben gozar de los más elementales derechos humanos, consagrados en nuestra Constitución y legislación de la materia, pero para hacerlos respetar no solamente se requiere un plan estratégico del Gobierno federal en alianza con los Gobiernos estatales y de las cabeceras municipales más importantes del País.

Se requiere dinero.

Y ahí es en donde el asunto se enreda, pues históricamente nuestra nación ha sido incapaz de satisfacer derechos tan básicos como vivienda digna, salud, educación, alimentación nutritiva, medio ambiente sano, etcétera, para una gran parte de nuestra población, la cual debería encontrarse a la cabeza de la lista de prioridades en la agenda nacional.

Porque más allá de las causas de esa deuda histórica de la clase política para con los pobres de nuestro País, nuestra realidad nos obliga a atender primero a los mexicanos que a los extranjeros, en caso de no poderlo lograr de manera simultánea.

Tal vez por esa razón, en el Presupuesto de Egresos para este año se redujeron las partidas de programas de atención a migrantes a 58 por ciento en comparación con las del año pasado.

Hasta ahí todo estaría bien, si no fuera porque en diciembre del 2018...

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