Liturgia

AutorFabrizio Mejía Madrid

El grabado que le dio portada al Le-viatán de Thomas Hobbes es el retrato de un soberano, con un báculo en la mano izquierda y una espada en la derecha. En el lugar donde va el nombre del libro y su autor hay un velo de los que se levantan desde arriba. El cuerpo del soberano está compuesto de una infinidad de pequeños cuerpos, de anónimos, que le dan forma. El soberano, como un monstruo, se levanta sobre una cordillera que protege a una ciudad. Pero la ciudad está desierta. Suponemos que lo está porque todos los ciudadanos han corrido a organizarse como cuerpo del soberano. Al menos, eso es lo que Hobbes escribe sobre el contrato que permite la existencia del Estado. Hobbes había escrito Leviatán originalmente para Carlos II de Inglaterra en 1651. El rey venía de la desaparición de la monarquía por una revuelta en la que su padre terminó ejecutado. Él la restauró teniendo cuidado de considerar al Parlamento en todas sus decisiones. Por eso Hobbes elige para darle nombre a su ensayo a un monstruo que aparece en la Biblia en el Libro de Job. Es el dragón de la guerra civil que debe contenerse mediante un Estado en el que no haya más "pueblo" que el que apoya al rey. Por eso los cientos de ciudadanos son retratados en la portada como conformadores del monarca armado con la iglesia -el báculo- y el ejército -la espada. En el Libro de Job, se dice esto de Leviatán: "Ve todo desde lo alto, él es rey sobre todos los hijos de la soberbia". Como sabemos, "soberbia", en la clave católica, es rebelión. Por lo tanto, el Estado es un monstruo que gobierna desde arriba con fuerza sobre una ciudad desierta.

Ya habrán advertido que lo que me pregunto sobre la liturgia priista no es sobre el candidato, sino sobre los cuerpos que sólo sirven para apoyarlo, es decir, por los priistas. No son, por supuesto, ciudadanos, sino multitud, "acarreados", "cargada". Hay una animaliza-ción de la base del PRI: sólo existen si apoyan. Hobbes escribe así de los súbditos que deben respaldar a Carlos II: "En el instante mismo en que se elige el soberano, el pueblo se disgrega en una multitud confusa. Ya no es una sola persona, sino una multitud disuelta". Como se sabe, para Hobbes hay un estado de naturaleza previo al pacto político, que es "la guerra de todos contra todos". Un contrato en torno al soberano es lo que impide que nos matemos. Pero una vez pactado el soberano, el "pueblo" pasa, de nuevo, a disgregarse. Esa multitud es la que precede al rey y lo sobrevive...

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