Lázaro Cárdenas en la memoria colectiva

AutorVerónica Vázquez Mantecón
Páginas183-209

    Este trabajo se basa en lo que otros escribieron sobre Cárdenas, y no en lo que él escribió sobre sí mismo, lo que sería un tema distinto. De entre las numerosas biografías del general se seleccionaron las que aportaban al discurso heroico.

Verónica Vázquez Mantecón. Profesora del Departamento de Política y Cultura, Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Correo electrónico: vvazquez@correo.xoc.uam.mx.

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Introducción

¿Por qué hay tantas memorias de Lázaro Cárdenas? ¿Para qué sirve la memoria del General? ¿Qué cultura política la genera? ¿Cuáles son los usos de Cárdenas y por qué su memoria es tan persistente?

La coyuntura electoral de 1988 ofrecía de manera recurrente un discurso sobre Lázaro Cárdenas proveniente de diferentes ámbitos, lleno de imágenes, símbolos y saberes compartidos que se expresaban con nitidez, como si pertenecieran al mismo patrón narrativo. Ahora, 20 años después, su figura vuelve a ser un símbolo central en el debate sobre la reforma energética, en la medida en que la expropiación del petróleo –la iniciativa presidencial más importante desde las Leyes de Reforma– consolida el nacionalismo de la Revolución Mexicana.

Así, en el imaginario social se tejió una historia sobre el General y su memoria que ha servido como explicación de la realidad y como guía de acción, como vehículo a través del cual se ha plasmado una utopía. Estos relatos se construyeron sobre códigos de valores específicos que expresan el sistema sociocultural que los engendró.

La memoria de Cárdenas se formula como una historia heroica, relativa a un ser poseedor de dotes casi sobrehumanas, esto es, como un relato mítico. Como todo mito, tiene soportes rituales (conmemoraciones, celebraciones) que se verifican tres veces al año: el 21 de mayo para conmemorar su natalicio, el 18 de marzo para recordar la expropiación petrolera, y el 19 de octubre como aniversario luctuoso. Lázaro Cárdenas tiene una presencia permanente en nuestra vida cotidiana, la realidad ofrece todos los días imágenes y referencias al personaje.

La memoria colectiva sobre el general está contenida en la historiografía, la tradición oral, la iconografía, los rituales y los discursos político y educativo. Son esos los principales medios de transmisión de recuerdos: los aspectos simbólicos de la narración en las tradiciones orales, la historiografía no como “fuente objetiva” sino como expresión del interés de moldear la memoria de los demás y de persuadir; las imágenes creadas para facilitar la transmisión dePage 185 recuerdos; los monumentos públicos que expresan y configuran la memoria; las acciones: fiestas, rituales, conmemoraciones que se asocian a proyectos políticos, a concepciones del mundo determinadas.1

El mito se estructuró desde todos los campos. Es más fácil de ver y más voluminoso el historiográfico, pero todos tienen el mismo peso. Incluso, creemos que el que menos trascendió fue el historiográfico, ya que pocos leen. Los rituales y la memoria de la gente son muy vigorosos. El movimiento social también mantiene viva la memoria.

La mitificación habla en esencia del proceso de heroificación. Cárdenas es percibido como un héroe y como un santo, es divinizado, adquiere dimensiones mesiánicas. Se le presenta como un héroe que lucha contra el mal: es fuerte, poderoso, bueno, omnipotente, pero con rasgos humanos que provienen de la cultura patriarcal: sus actos son viriles, le gustan las mujeres, el baile, la comida, “tiene muchos güevos”.2 Se le atribuyen rasgos arquetípicos como padre (Tata), juez, protector o jefe. Además, tiene la investidura del poder. Representa los atributos del hombre rural, noble y puro frente a la corrupción de lo urbano.

¿A qué figuras es equiparable? A Jesucristo, Hidalgo, Morelos, Juárez y Zapata. Es un símbolo polivalente, forma parte de discursos ideológicos y de oposición. El cardenismo representa una de las corrientes políticas con más fuerza en el México contemporáneo, ha formado parte del poder y de la oposición. Las virtudes que se le atribuyen representan valores universales, aceptados por todos. Por eso es tan grande el reconocimiento social: bondad, humildad, sencillez, inteligencia, dedicación, decisión, comprensión, sobriedad, austeridad, hombría, dignidad, fuerza física, serenidad, entereza, compromiso, capacidad de trabajo, sentido del deber, de la justicia, de la dignidad y la soberanía. Son valores cristianos y liberales. Además, la figura de Cárdenas encarna arquetipos que están en el inconsciente colectivo: es juez, gobernante, guerrero, padre y amante.3

El mito de Cárdenas no es el primero. Ha habido otros antes, de ahí que la estructura mental de los mexicanos estuviera preparada para su elaboración/recepción. Los hay religiosos y laicos: van de Jesucristo a Hidalgo, Juárez y Zapata. Estas figuras míticas no sólo tienen que ver con nuestra historia sino que también se relacionan con arquetipos universales. Los rasgos heroicos que el relato social le atribuye al héroe expresan nuestras más íntimas aspiraciones.

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Todo poder político establece un panteón con los personajes históricos con los que siente afinidad; crea sus héroes y decora las plazas con sus estatuas. Sin duda, Lázaro Cárdenas ha pasado a formar parte del panteón oficial y su imagen ha sido usada para sustentar la ideología del régimen. Aquí se analizará este proceso, así como la utilización de su imagen con fines alternativos.4

Una vez consumada la Revolución Mexicana, Cárdenas nunca fue un trasgresor del orden. Representa la legitimidad del Estado, desde donde enfrentó a los enemigos del pueblo. Conjunta la fuerza de la Revolución con la legitimidad del poder. Eso lo hace ser un héroe popular y oficial hasta 1988. A partir de la ruptura de su hijo Cuauhtémoc con el sistema en 1987 empieza a ser reivindicado como una figura de la oposición, mientras que el poder parece abandonarlo. Es una figura ambivalente: para el Estado representa el orden establecido y para la oposición es el símbolo de los ideales traicionados por el sistema. Hay pues distintos significados de su memoria según quién la invoque.

El mito tiene dos caras: una negativa y otra positiva. Como contraparte de la mitificación se construyó el antimito: una argumentación tendiente a satanizarlo: era un dictador, un comunista, un esclavo de sus apetitos sexuales, un cacique feudal.5 Esta ambivalencia se manifiesta en varios niveles: es radical, hace justicia, pero también consolida el sistema. El antimito es, al igual que el mito, una convocatoria a la acción. Es en esencia un intento por eliminar la visión heroica de Cárdenas para reducirlo a su condición humana.

El mito de Cárdenas está ligado a la historia de México. Es un símbolo de justicia social que está inserto en un universo simbólico más amplio del que obtiene significado: la Revolución Mexicana. Ésta significa el inicio de una nueva era que pone fin a la explotación, que posibilita la igualdad, la justicia y la democracia. Inaugura una promesa milenarista de bien común y su instrumento es Lázaro Cárdenas.

Al pasar a la memoria, la Revolución Mexicana se convierte en mito y en discurso ideológico. Los líderes que representan la justicia social, comoPage 187 Zapata, Villa y Cárdenas, le dan una gran legitimidad y la convierten en un recuerdo que mueve a la acción.6

Por mito entendemos una narración con un significado simbólico que implica a personajes de proporciones heroicas.7 El significado más usual en nuestro lenguaje cotidiano supone que el mito está contra la historia como verdad contra falsedad. Pero los mitos no son ni ciertos ni falsos. Simplemente son.

Las representaciones de Lázaro Cárdenas y su periodo presidencial en la memoria colectiva revelan distintos anhelos y aspiraciones, entre los que destaca el deseo de justicia social como una aspiración persistente. Los discursos míticos sobre Lázaro Cárdenas remiten a un periodo que puede ser interpretado como originario en el sentido de que funda un momento histórico en el que se sientan las bases de la justicia social. Por otra parte, las formas que adquiere la imagen del General en estos constructos remiten a los arquetipos clásicos del héroe o el salvador. La forma de revivir el pasado arroja mucha luz sobre la concepción del presente: desde un hoy lleno de contradicciones y carencias se voltea hacia atrás y se revive el periodo cardenista como un momento distinto, en el que, en esencia, la justicia social fue posible.

Para la amplia mayoría de la población de nuestro país, el recuerdo de Lázaro Cárdenas asume la forma de un relato mitificado transmitido oralmente, en el que se le ubica como un héroe de alcances legendarios que está imbuido de carisma y que asume también la figura de redentor. Es en este sentido que hablamos de la construcción de arquetipos.

El mito de Cárdenas es uno de los más recientes en nuestra historia. Inicia en el sexenio presidencial (aunque su fama ya era grande como soldado de la Revolución y como gobernador de Michoacán) y se elabora estando vivoPage 188 el General. Es compartido por distintos sectores sociales y se ha transmitido ya a tres generaciones.

Al estudiar un mito se conoce la cultura que lo produce, ya que a través de él la sociedad objetiva valores y afirma posiciones. Así, el mito es una creencia sostenida por mucha gente que le otorga un significado especial. Las sociedades crean mitos y símbolos como medio de concretar ideales abstractos y facilitar la comunicación y el sentido de identidad. Cárdenas se vincula al concepto de patria y se convierte en un exponente de valores ampliamente compartidos como el nacionalismo, el indigenismo, la justicia social, el secularismo, el respeto por la naturaleza y el igualitarismo. Representa la sencillez y la generosidad de la gente común, del pueblo: es un valor republicano y democrático. Es un símbolo importante de la lucha por el control nacional de los recursos, de...

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