Kant y el imperativo categórico

AutorRubén Pacheco Inclán
Cargo del AutorEgresado por la UNITEC como Licenciado en Derecho
Páginas94-101
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LECCIONES DE ÉTICA. Conociendo el proceso histórico
La función sintetizadora de la razón teórica reside en el enlace de representa-
ciones para formar intuiciones, juicios e ideas, la síntesis práctica es la refe-
rencia del querer a un contenido representado, que, de tal suerte, se torna n.
Kant ha excluido cuidadosamente esta forma de relación, de los conceptos troncales
del entendimiento cognoscente; a trueque de ello, constituye la categoría fundamen-
tal del uso práctico de la razón. No suministra objetos del conocimiento, pero sí ob-
jetos de la voluntad.
Para la Crítica de la Razón Pura, surge de ahí el problema de si existe una síntesis
práctica a priori, esto es, si existen objetos del querer necesarios y universalmente vá-
lidos o si se puede hablar de algo a que aspira a priori la razón, pasando por encima
de móviles empíricos.
Llamamos a este objeto de la razón práctica, universal y necesaria, ley moral.
Pues desde un principio es claro para Kant que la actividad teleológica de la ra-
zón pura, si existe, debe aparecer, frente al estímulo empírico del querer y del obrar,
como mandato, en la forma de imperativo. La voluntad dirigida a los particulares ob-
jetos y relaciones de la experiencia, está determinada por esta y depende de aquéllos;
la voluntad racional pura, en cambio, sólo se determina por sí misma. Se proyecta
necesariamente, por tanto, a algo diverso de los impulsos empíricos, y esto otro por
lo que se decide la ley moral, frente a las inclinaciones, es el deber.
Por tanto, los predicados de la valoración moral afectan solamente esta mane-
ra de deter minabilidad del querer, se reeren a la intención, no a la acción o a sus
resultados externos. Nada en el mundo, dice Kant, puede ser llamado bueno sin li-
mitación, fuera de la buena voluntad, y esta conserva su dignidad aun cuando su
cumplimiento sea totalmente impedido por causas externas. Lo moral como calidad
humana, es intención conforme al deber.
De ahí que con tanta más urgencia haya de averiguarse si existe un tal precepto
obligatorio y en qué reside; una ley, cuyo cumplimiento exige la razón, con plenaria
independencia de toda suerte de nes empíricos. Para resolver semejante problema,
parte Kant de los encadenamientos teleológicos que tienen efecto en la esfera de la
voluntad. La experiencia de las conexiones causales en el reino de la naturaleza nos
constriñen a querer por motivo de aquello, según la relación sintética de nes y me-
dios. De la reexión práctica sobre tales nexos se originan reglas (técnicas) para la ac-
ción conveniente y advertencia (prácticas) para la vida. Todas ellas dicen: “Si quieres
lograr esto, debes proceder de este modo”. Son, por ello mismo, imperativos hipoté-
ticos. Suponen que, si se quiere algo de antemano y, por tal motivo, exigen otro acto
de voluntad, que es imprescindible para el cumplimento de lo querido.
Pero la ley moral es independiente de todo querer que se impone de modo empí-
rico, y la acción moral no puede ponerse como medio al servicio de otros nes. La

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