Jueves de Corpus

AutorHeberto Castillo
Páginas135-157
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—Alfonso Martínez Domínguez quiere hablar contigo, ¿se
puede ? —me dijeron unos amigos.
—¿Conmigo? ¿Para qué? Tengo muy mala opinión de él —advertí.
—Lo sabe, lo sabe —me contestaron.
—Pero nosotros creemos que debes oírlo. Al menos será inte-
resante.
—¿Hablará sobre el 10 de junio? —pregunté.
—Tal vez.
Acepté. Unos días más tarde me informaron que Martínez Do-
mínguez me invitaba a desayunar en su casa de Inglaterra 14, en
Coyoacán, cerca de la terminal Taxqueña del Metro, a las nueve de
la mañana.
Habían pasado ya algunos años desde aquellos dolorosos hechos,
aquella matanza de jóvenes, el Jueves de Corpus de 1971.
Cuatro semanas antes del 10 de junio, Tere me visitaba en Le-
cumberri. Era el jueves 13 de mayo de 1971. Estaba yo preso en el
viejo penal de Lecumberri. Ese día, la crujía M estaba alborotada por-
que había trascendido que saldrían libres José Revueltas y otros com-
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Heberto Castillo
pañeros encarcelados durante el Movimiento Estudiantil Popular de
1968. Yo había rechazado salir libre para dejar el país como me lo
propuso un enviado de la Secretaría de Gobernación: primero debe-
rían salir todos los presos del 68. Después, hablaríamos de mi caso.
—Si no firma, no sale —me dijo el mayor Palacios.
No firmé y salí. Me metieron por la fuerza a la cárcel y por la
fuerza me sacaron.
Cuando salí de Lecumberri oscurecía, pero a mí me pareció el
cielo luminoso. Afuera esperaban entusiastas parientes de otros li-
berados. Tere condujo el automóvil hasta la casa.
El Movimiento Estudiantil Universitario había tomado fuerza con la
liberación de los primeros presos del 68. Todavía los principales diri-
gentes estaban desterrados en Chile desde hacía unas semanas; los
otros liberados actuaban ya en el medio estudiantil. Al día siguiente de
mi liberación participé en un mitin en la Universidad Iberoamericana.
Había entonces problemas universitarios en Nuevo León. El go-
bernador Elizondo se empecinaba en imponer una absurda ley
orgánica para la universidad de aquel estado, encabezados por el
rector, ingeniero Héctor Ulises Leal, los universitarios neoloneses
luchaban contra esa imposición.
En la Ciudad de México, los estudiantes preparaban una marcha
en apoyo a sus compañeros regiomontanos. Hacía mucho tiempo
que no desfilaban por las calles. Desde 1968, para ser preciso.
La lucha en Nuevo León dio frutos. Elizondo renunció y Luis M.
Farías fue nombrado gobernador interino. Hubo desconcierto. La
marcha que se preparaba quedaba un poco en el aire si iba a ser un
acto de solidaridad con los universitarios neoloneses.

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