Juan Pedro Oriol / ¡Felicidades, papás!

AutorJuan Pedro Oriol

No solo en México, sino en todo el mundo está encendida una alarma: la alarma de los hogares donde la ausencia del padre pesa, y mucho.

Dejando de lado las problemáticas que conocemos y que hoy por hoy pretenden debilitar la institución del matrimonio cristiano, la realidad del padre que dedica poco tiempo a sus hijos ha puesto de cabeza a psicólogos y sociólogos, quienes han llegado a afirmar que la paternidad bien asumida permitiría un desarrollo más pleno de los hijos.

Aquí y en todo el mundo, la principal causa de la ausencia paterna es el divorcio, que se ha ido incrementando progresivamente.

Según datos del Inegi, en 1980, por cada 100 matrimonios había 4 divorcios; en 1990 y 2000 esta cifra se elevó a poco más de 7 divorcios.

Para el 2005, el número de divorcios por cada 100 fue de casi 12 y al año pasado fue de 19 divorcios por cada 100 matrimonios.

La falta del padre supone mucha pérdida para los niños porque se sienten desprotegidos. Cuando ya son más grandecitos, alcanzan a percibir que los recursos económicos de la familia podrían debilitarse. Los hijos varones pierden el modelo de lo masculino cuando el padre se ausenta. Pierden también lo más importante: la compañía y el afecto que solo un padre puede dar. Y si a esto añadimos el cúmulo de problemas sociales asociados con el divorcio de los padres o el abandono del hogar, la situación es más delicada.

Durante el Sínodo Extraordinario de Obispos sobre la Familia que se desarrolló en El Vaticano en octubre del año pasado, se propuso exigir una mayor preparación para el matrimonio a los jóvenes católicos de todo el mundo. La vida de hoy exige no solo que un matrimonio sea válido ante los ojos de Dios y de la sociedad, sino que también sea fructífero.

Entre las conclusiones, se hará hincapié en el cambio de visión que se tiene del matrimonio, pues se le ve como un punto de llegada cuando la verdad es que es una meta mucho más alta, que se aleja del individualismo, y que busca ser un camino más en el crecimiento personal de la pareja, una fuerte y poderosa fuente de energía.

Los jóvenes que elijan ser esposos, y por ende, llegar a ser papás, tienen que saber que la paternidad es una vocación. La vocación es un llamado...

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