Jóvenes: de bandas a colectivos

AutorHéctor Castillo Berthier
Cargo del AutorDoctor en Sociología por la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Páginas357-382
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Jóvenes: de bandas a colectivos
Héctor Castillo Berthier*
Introducción
Mucho se ha discutido en torno a si el concepto “jóvenes” o juventud,
no puede y no debe ser entendido de manera unívoca ya que, como con-
junto de individuos, son mayores sus diferencias que sus similitudes.
La “condición juvenil” se ha definido a lo largo de su historia (tanto por
los gobiernos, como por las instituciones encargadas de su atención o
desarrollo), siempre en términos de la edad, que para algunos puede co-
menzar entre los 11 o 15 años, para extenderse hasta los 25 o 29 años,
y en algunos casos extremos hasta los 35 años, según el país o la orga-
nización de que se trate.
Si a esta visión (larga en tiempo, ya que ser joven podría implicar un
periodo de hasta 24 años) agregamos, en la definición de “lo joven”,
algunas de las principales “actividades” que, se afirma, son inherentes
a los mismos (como el deporte, la rebeldía o la violencia), las cosas se
complican un poco más. Luego: ¿cuáles son las características princi-
pales para redefinirlos y entenderlos como actores importantes del de-
sarrollo social y humano en el mundo actual?, ¿cuáles son las caracte-
rísticas centrales de las agrupaciones juveniles? Particularidades puede
haber muchas, pero en especial nos parece que deben resaltarse aquellas
*Doctor en Sociología por la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales (FCPYS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Coordinador
de la Unidad de Estudios Sobre la Juventud (UNESJUV) del Instituto de Investigaciones Sociales
(IIS) de la UNAM.
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que surgen de sus propias propuestas y proyectos colectivos, y parte del
trabajo de investigación aplicada que hemos venido desarrollando desde
1987, en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), apuntan justamente en este
sentido.
Por ejemplo, sin que sea un plan preestablecido o una condición obli-
gada inherente a la juventud (desde su nacimiento ligado en cierta forma
a la Revolución Industrial y a la obtención de ciertas mejoras que per-
mitieron incorporar socialmente el concepto de “tiempo libre”, como
son la jornada de 40 horas de trabajo, la prohibición del trabajo infantil,
etcétera), los jóvenes siempre han sido vistos socialmente por los me-
dios y por los políticos con suspicacia o como transgresores o incon-
formes cuando, en grupos importantes, deciden no seguir con alguna
práctica social determinada o modificar ese ambiguo concepto que se
conoce como “las tradiciones sociales”.
De esta forma en los años treinta del siglo XX hubo jóvenes que
empezaron a rechazar el uso del sombrero o de los trajes con chaleco,
por lo que eran de inmediato señalados por “la sociedad” por su falta
de integración social: “Estos jóvenes ya no respetan las tradiciones”,
se decía en ese entonces. Poco después, en los años cuarenta surgieron
en la Ciudad de México “los tarzanes”, con pantalones anchos de ga-
bardina, chamarras de piel café ajustadas a la cintura y el cabello emba-
durnado de vaselina, quienes se reunían principalmente en los billares
y en los lugares de vida nocturna: “Son una amenaza para la sociedad”,
se les catalogaba en los periódicos. En este mismo periodo aparecieron
“los pachucos” que, dada la enorme emigración juvenil de ese momento
hacia Estados Unidos –por la demanda de fuerza laboral con motivo
de la Segunda Guerra Mundial–, en el sur de Estados Unidos se asenta-
ron y se transformaron en una subcultura propia de esta zona, conocida
como los Zoot Suit, que no es otra cosa que un estilo de vestir particu-
lar de los años cuarenta, que generó su música, teatro, cine, baile y
muchas otras manifestaciones propias combinadas con miembros de
la cultura chicana, los “cholos” y los llamados “pochos”, cuya caracte-
rística particular era hablar con una mezcla, a veces casi incompren-
sible, entre inglés y español.

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