Nosotros los jotos / Joterío migrante

-¡Nooo! ¿Así de feo les dijeron?

-Sí, señor: "Mujeres con pinga, no". Muchos nos empujaban, a mí me pegaron con el codo en un ojo y mejor nos retiramos de la fila.

La voz de César Mejía, gay hondureño de 23 años, sonaba exenta de dramatismos a pesar de que me narraba las agresiones y discriminación que los miembros de la comunidad LGBT han padecido en la caravana migrante por parte de los mismos migrantes centroamericanos con los que caminan por México, desde el 19 de octubre. Ese golpe en la cara lo sufrió el joven, que lleva la coronilla teñida de rubio, cuando hacía fila junto a otros gays, lesbianas y mujeres trans para recibir una colchoneta.

Burlas y agresiones también se presentan cuando los homosexuales quieren bañarse con el agua de las pipas junto a los demás migrantes varones que lo hacen en ropa interior (¡he visto fotos muy cachondas!). Y no pocas veces sus compañeras trans tienen que soportar malas caras o incluso ser expulsadas de los baños de mujeres.

"Yo nunca había pedido dinero en la calle", me narró César, "pero tuve que charolear y al acercarme a un carro el hombre que bajó el cristal, yo creí que para darme un peso, me dijo 'Vos deberías estar en el infierno, culero hijo de puta'. ¿Sabe cómo me sentí, señor?"

Yo me sentí de la master chingada al oír a César referirme estos hechos, vía celular, el pasado viernes, cuando la caravana estaba en Sayula de Alemán, Veracruz. Faltaba un cuarto de hora para las nueve de la noche y de pronto al otro lado de la línea escuché gritos de alegría.

"Es que nos están diciendo que mañana salimos hacia la Ciudad de México en los buses que pondrá el gobernador", me explicó el joven contagiado del entusiasmo general, que parecía aliviarlo de los ultrajes vividos.

Como sabemos, la esperanza de alcanzar la capital rápido y ahorrarse las penurias de la caminata se desvaneció poco tiempo después porque el culero de Miguel Ángel Yunes se rajó de su promesa con un pretexto baboso: la sequía por los arreglos al Cutzamala que enfrentamos los chilangos estos días.

El número de César me lo consiguió mi querido compañero Jorge Ricardo, El Cronista -así con mayúsculas- de Reforma, hermano fifí de METRO. A mi colega le había llamado el miércoles para solicitarle el gran favor de que hiciera una foto de los migrantes elegebeteros para esta columna, dado que estaba siguiendo la caravana. Puedes ver, querido lector, amable lectora, que su generosidad nos regaló cuatro imágenes entrañables.

Y también un...

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