Jorge Volpi / Coma inducido

AutorJorge Volpi

Cuando los neurocirujanos estiman que un paciente corre peligro de sufrir graves daños cerebrales, optan por una medida extrema: la administración de barbitúricos para causar un coma inducido. La idea es disminuir la presión intracraneal a cambio de postrar al sujeto en un profundo estado de inconsciencia. No es una metáfora descabellada afirmar que las decisiones de nuestros poderes médicos y políticos frente a la pandemia obedecen a una estrategia semejante: paralizar casi por completo nuestras sociedades -los sectores que no se consideran esenciales, y en particular los vinculados con el pensamiento- a fin de reducir la velocidad de contagio.

Lo aberrante es que esta medida no se toma pensando en la salud de los pacientes -si nada la detiene, el 70 por ciento de los habitantes del planeta terminaremos infectados-, sino en nuestros devastados sistemas de salud. La lógica es evitar la saturación de nuestros hospitales -ya muy erosionados por la corrupción o por el dogma neoliberal que redujo al mínimo los estados de bienestar- y ganar tiempo para una vacuna. Pero, así como quien despierta de un coma inducido puede experimentar un deterioro cognitivo, nuestras sociedades de seguro mostrarán severos daños tras esta larga hibernación.

Lo primero que el biopoder restringió o prohibió fueron las congregaciones masivas. Ello significó suspender actividades culturales y de entretenimiento -al lado de las deportivas- y, casi de inmediato, las clases en todos los niveles, es decir, justo aquellos espacios donde más se produce y alienta la discusión, la divergencia y la crítica. Si a ello sumamos la imposibilidad de llevar a cabo protestas públicas, nuestra conciencia social se acerca a la animación suspendida.

Frente a la imposibilidad de reunirnos en aulas y auditorios, teatros y salas de concierto, o en la vía pública, nos hemos conformado con empeñarnos en trasladar estas disciplinas al entorno virtual. Miles de profesores y alumnos se reúnen a diario en diversas plataformas, mientras las instituciones culturales han creado raudos programas en línea, que van de recorridos por galerías y museos a obras teatrales o musicales por Zoom a concursos literarios, escénicos o cinematográficos, generando una sobreoferta con la que hemos querido llenar, un tanto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR