Jaime Sánchez Susarrey/ ¿La edad de oro?

AutorJaime Sánchez Susarrey

Silencio, opresión, miseria, desamparo, abandono. Los indígenas llevan 500 años en esas condiciones. La caída habría ocurrido con la Conquista. Desde entonces, las comunidades indígenas habrían sido oprimidas y diezmadas. La Colonia y el México independiente no serían otra cosa que un largo proceso de explotación y dominación. Al cabo de cinco siglos, los indígenas permanecen en la base de la pirámide. Ellos son los más explotados y los más miserables. Pero el sólo hecho de haber sobrevivido constituye un triunfo. La resistencia se ha convertido ahora en un movimiento de reivindicación y protesta. Ha llegado la hora de recobrar el pasado y la dignidad. Se trata de regresar el reloj de la historia. Hay que volver al punto de partida. Al mundo anterior a la caída y la derrota. De ahí el grito y la consigna: "Nunca más un México sin nosotros". Esta es la visión que Marcos ha divulgado dentro y fuera de este país.

Sin embargo, toda la argumentación está fincada en un supuesto falso. El mundo precolombino no era, ni de lejos, la estampa idílica que nos pinta el subcomandante. Los pueblos indígenas vivían en un conflicto permanente. Las famosas guerras floridas eran una de tantas expresiones del férreo poder de los aztecas. El universo indígena era jerarquizado y violento. De ahí que no se pueda afirmar que la opresión y la explotación comienzan con la Conquista en 1521 y mucho menos con el descubrimiento de América en 1492. Antes al contrario, la alianza que realizaron los españoles con el resto de los pueblos indígenas en contra del imperio azteca, puede y debe entenderse como un movimiento liberador. Sin dicha alianza, Hernán Cortés y sus 300 hombres jamás habrían reunido la fuerza suficiente para derrotar a los aztecas. Esta es la historia real. Marcos la conoce a la perfección, pero no la reconoce porque atenta contra el mito fundacional de su indigenismo: las comunidades vivían en armonía y en paz antes de que los españoles llegaran a América.

No deja de sorprender que alguien que ha estudiado a Marx, y que se precia de utilizar las herramientas del marxismo-leninismo, deforme y menosprecie a tal grado los hechos históricos. En el Manifiesto Comunista Marx y Engels pusieron en claro que la historia de la humanidad era la lucha de clases y que ésta había comenzado con la división del trabajo y la producción de un excedente. De ahí que Marx jamás haya idealizado las formaciones sociales (el feudalismo o el modo de producción asiático)...

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