J. Bradford DeLong / La esperanza del hombre

AutorJ. Bradford DeLong

Desde hace ya algún tiempo (ciertamente desde los ataques terroristas en contra de los Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001, y antes, cuando veíamos por televisión las matanzas en Kosovo, Sarajevo, Srebrenica, Ruanda y el Congo) las noticias han estado saturadas con la guerra y los rumores sobre la guerra, con las muertes violentas y las amenazas de muertes violentas. Todo el mundo, en todas partes, está muy consciente del poder de nuestras armas. Desde los misiles con cabezas nucleares hasta los camiones llenos de fertilizante o los explosivos en la cintura, hemos utilizado nuestra tecnología para amplificar la parte oscura de nuestra naturaleza como especie violenta (y ni siquiera propiamente depredadora).

De ninguna manera quiero minimizar o descartar esta faceta de la historia de la humanidad y de los acontecimientos actuales. No quiero que nadie se olvide de que a lo largo de menos de la mitad de los años que formaron el siglo pasado (desde el inicio de la Primera Guerra Mundial hasta la hambruna que siguió al "Gran Salto hacia Adelante" de Mao) los seres humanos mataron a aproximadamente una de cada diez personas en este planeta disparándoles, gaseándolas, apuñalándolas, quemándolas o privándolas de alimentos.

Pero eso no es todo. En efecto, los mataderos humanos del siglo veinte (e incluso los que varios están preparando actualmente) podrían no ser, desde la perspectiva del futuro, la parte más importante de nuestra experiencia y de nuestra condición, o de lo que nuestros descendientes consideren como su historia. Para ellos, las características más importantes de nuestra experiencia podrían ser:

Lo que los demógrafos de la ONU prevén que será el fin de la explosión poblacional: el cese del crecimiento de la población al llegar a aproximadamente 10 mil millones hacia mediados de este siglo.

La llegada de un mundo verdaderamente humano a medida que el número de quienes viven de la agricultura de subsistencia, o cuyos salarios se mantienen a niveles de agricultura de subsistencia por las presiones sobre el mercado laboral que ejercen quienes migran del campo a las atestadas ciudades, se reduce a una pequeña fracción de las poblaciones.

Durante la mayor parte del siglo veinte, grandes porciones del mundo permanecieron extremadamente pobres debido a una o más de cuatro razones relacionadas entre sí: (1) gobiernos criminalmente mal administrados; (2) falta de maquinaria para hacer algo útil y productivo en la economía mundial...

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