Isabel Turrent/ ¿Globalización para todos?

AutorIsabel Turrent

Probablemente sólo los estudiosos del futuro que recuperen la realidad del año 2001 con perspectiva histórica, podrán percibir en toda su magnitud hasta qué punto la globalización transformó al mundo en las últimas dos décadas del siglo XX. No muchos ciudadanos del mundo de hoy han entendido la profundidad de esos cambios políticos y económicos y, mucho menos, de los escenarios que han abierto para todas y cada una de las naciones del mundo.

En el ámbito político, el inicio de la globalización puede fecharse con exactitud: coincide con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría. Con el orden bipolar de posguerra, desaparecieron también las divisiones geopolíticas y económicas entre el mundo capitalista y el comunista.

Y empezaron a erosionarse las barreras nacionales y principios como la soberanía cuando estaban en juego problemas y valores que afectan al mundo entero: genocidios, violación de los derechos humanos, devastación ecológica y el impacto de fenómenos producto de la globalización económica. Esta abarca básicamente tres esferas: la estructura de la producción de las grandes empresas transnacionales que se establecen en diversas naciones y producen para un mercado mundial. En segundo término, un mercado financiero global donde el financiamiento y los capitales de inversión fluyen por encima de las fronteras. Por último, la globalización económica ha transformado el ámbito de la informática moderna y los patrones de consumo, las percepciones, las creencias y los gustos.

La globalización política ha avanzado con más tropiezos que la económica. Ha generado corrientes ambiguas y aun contradictorias: movimientos y acuerdos integradores en Europa, Asia y América y, a la vez, el renacimiento de nacionalismos y localismos rabiosos en todas partes del mundo. Es imposible adivinar cuál de estas dos tendencias políticas ganará la partida. Pero el futuro de la globalización económica y de las políticas que un país debe seguir para evitar quedar al margen de la modernidad, es claro. La globalización llegó para quedarse y el avance económico de cada nación del planeta, México incluido, dependerá a corto y largo plazo de su capacidad para aprovechar las ventajas de la globalización, participar en aquellos foros que reestructurarán los organismos internacionales de acuerdo con las necesidades del siglo XXI y de la visión para entender qué es la globalización y hacia dónde va.

En los escritos sobre globalización, se ha dado una atención...

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