Isabel Turrent / ¿Una Guerra Fría globalizada?

AutorIsabel Turrent

Mientras el demócrata Obama y el republicano McCain se preparan para una batalla electoral que será cerradísima, el conflicto de Georgia que ha enfrentado a Estados Unidos y sus aliados, por un lado, y a Rusia, por otro, se ha intensificado día con día.

El 26 de agosto, Moscú optó por la confrontación al reconocer unilateralmente la independencia de Abjasia y Osetia del Sur. El Presidente Dmitri Medvedev expuso en un artículo que apareció en el Financial Times el 27 de agosto las razones de Rusia para reconocer la independencia de las regiones separatistas.

Aseguró que su Gobierno tenía que proteger a los ciudadanos rusos en esos territorios y que Moscú estaba aplicando a abjasios y osetios el mismo principio que Occidente había usado para reconocer, en contra de los deseos de Rusia, la independencia de la provincia Serbia de Kosovo.

Más allá de que los países europeos se equivocaron al no tomar en cuenta las objeciones rusas a la independencia de Kosovo, y de que la provincia serbia tiene una viabilidad muy cuestionable como país, los argumentos rusos son endebles y peligrosos. Débiles, porque los "ciudadanos" rusos que Medvedev dice haber defendido son en gran parte de plástico -Rusia repartió pasaportes rusos a diestra y siniestra en Osetia del Sur y en Abjasia para construir artificialmente esa población rusa que tenía que proteger- y porque si Kosovo es una nación poco viable, Osetia del Sur es totalmente inviable.

La inédita defensa rusa del derecho de pequeñas minorías a la independencia es, por lo demás, un riesgoso bumerán que puede voltearse para golpear la integridad territorial de Rusia misma. El país contiene decenas de grupos étnicos y religiosos minoritarios -algunos de ellos con claras intenciones secesionistas- en unidades territoriales bien delimitadas como Daguestán, Ingushetia y Chechenia. Moscú podría verse envuelto a corto plazo, y a partir de la aplicación de sus propios argumentos, en varias guerras civiles tan cruentas como las chechenas de los años 90.

Las razones rusas son también muy vulnerables porque lo que está en juego en el Cáucaso no es ni la defensa de ciudadanos rusos, ni la independencia de unidades nacionales poco viables. Lo que está en juego es la libertad de maniobra y de influencia que los hidrocarburos han regalado al petroestado ruso; la capacidad de Moscú para actuar como una potencia regional y, por último, la posibilidad de expandir su poderío hacia el Oriente.

Ello explica por qué Rusia ha...

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