Isabel Turrent / Ni la sombra de Pedro I

AutorIsabel Turrent

Ni siquiera a Stalin, en un vuelco de su insondable megalomanía, se le ocurrió jamás compararse con Pedro el Grande. Con mayor modestia que Putin, la analogía de Stalin siempre fue con un tirano tan cruel y sangriento como él, pero de menor estatura: Iván el Terrible.

Intoxicado por el baño de sangre en el que ha hundido a Ucrania, Vladimir Putin sí ha evocado a Pedro I: la guerra, en realidad, no tiene que ver con la OTAN. Lo que busca es recuperar el legado y el Imperio que construyó Pedro I entre finales del siglo XVII y las primeras décadas del XVIII. Pedro I podía ser tan cruel como Putin. Pero ahí termina cualquier analogía. Frente a Pedro el Grande, Putin pasará a la historia como Vladimir el Diminuto. Su herencia será un petroestado empobrecido, un país riquísimo que ha sido saqueado por la cleptocracia que encabeza, donde reina el terror represivo, y que pretende expandirse bajo la bandera del mito de una grandeza eslava euroasiática que nunca existió.

La bandera de Pedro el Grande, por el contrario, fue siempre la occidentalización. Y su único objetivo era convertir a Rusia en una gran potencia europea. Pasó buena parte de su adolescencia en el barrio de Moscú donde vivían los extranjeros aprendiendo artes militares modernas -incluyendo navales-, usando ropas holandesas y parodiando los modos del pasado. La creación del Sínodo vastamente Extravagante, profundamente Absurdo y omni Embriagado, cuyos desfiles se burlaban de los eclesiásticos de todo rango, alimentaron la teoría paranoica de que el Zar no sólo era blasfemo, sino el anticristo mismo. Pedro acabaría sometiendo a la Iglesia Ortodoxa a sus dictados. Mientras tanto, desapareció en 1697: durante meses vivió en varios países europeos haciendo barcos con sus propias manos y aprendiendo otros oficios.

Cuando regresó, le tomó apenas una semana para iniciar una revolución social. Ordenó a todos sus súbditos cortarse las barbas y vestirse y adoptar los modos europeos (no le llevaría mucho tiempo sacar a las mujeres del enclaustramiento donde vivían por tradición y participar, por órdenes del Zar, en banquetes y bailes junto con los hombres). Unos días más para acabar con las tropas de streltsy levantados que pretendían derrocarlo, y prepararse para la guerra con Suecia.

Le llevaría más tiempo -una década- derrotar y expulsar a los suecos que ocupaban las costas del Báltico en la...

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