Isabel Turrent / ¿Tiene futuro el liberalismo?

AutorIsabel Turrent

Quienes sacan su bola de cristal para predecir el futuro olvidan muchas veces una verdad obvia: la historia no tiene rumbos precisos, ni tiempos fijos. A veces, un modo de gobernar, con su cultura, sus hábitos y sus creencias se desmorona lentamente; otras, el cambio es tan inesperado y veloz que ni sus protagonistas pueden explicarlo.

En esa confusión estamos metidos. En los noventa, después de la caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y el resurgimiento de los países de Europa oriental, que optaron entonces por establecer democracias liberales, se habló del fin de la historia. Las democracias occidentales y sus teóricos proclamaron el triunfo final del ideario legado de la Ilustración -la libertad del individuo, la soberanía de conciencia, el dominio de la ciencia sobre la religión y de la política secular y su cauda de respeto para los derechos de todos-. La democracia liberal había llegado para quedarse.

Ahora, casi 30 años después, como si la irracionalidad estuviera impresa en el DNA de la humanidad, estamos viviendo una vuelta al pasado. En un país tras otro, desde Estados Unidos hasta la India, pasando por Rusia, Turquía y Polonia, una mayoría del electorado ha votado a favor de líderes populistas que están construyendo sistemas autoritarios iliberales que se nutren de fomentar el miedo al otro y la lucha de identidades encontradas y parroquiales, que han encogido la libertad individual, el dominio de la ciencia y la razón y debilitado las instituciones democráticas.

No sorprende que en el mundo anglosajón, perplejo frente al voto a favor de Brexit en 2016 (que ha hundido a Inglaterra y su relación con Europa en un callejón sin salida) y a la elección de Trump meses después, se hayan publicado en dos años innumerables libros y ensayos sobre identidades, el retorno de la religión a la esfera política y el derrumbe del liberalismo.

El renacimiento de las identidades ha vulnerado los valores liberales porque, cualquiera que sea la fuente del descontento de los grupos sociales que lo padecen, las identidades religiosas, étnicas, clasistas, partidistas y hasta de género que pueblan hoy el escenario social y político están teñidas de intolerancia, prejuicios y rechazo al otro.

El mejor ejemplo, pero no el único, son los hombres blancos republicanos con un nivel abismal de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR