Introducción

AutorJorge Cárdenas Elizondo
Páginas9-14
Introducción*
Jorge Cárden as Eliz ondo:1 Buenos días, bien-
venidos todos a este Foro sobre “Los retos de la
ruralidad en México” organizado por el Centro de
Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y
la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA). Gracias por
atender esta convoc atoria.
Agradezco la presencia de la diputada Gloria
Bautista Cuevas, del diputado Willy Ochoa, del
diputado Valentín González Bautista y del diputa-
do Mario Miguel Carrillo Huerta que nos acompa-
ñan en esta ocasión.
En especial aprecio la aportación de los po-
nentes, que generosamente contribuyen con sus
ideas y su tiempo participando en este ejercicio;
a la doctora Nuria Urquía Fernández, a Jaime
de la Mora Gómez, a José Alfonso Cebreros Mu-
rillo, a Hubert Carton de Grammont, a Enrique
González Tiburcio y a Jesús Guzmán Flores.
Gracias.
Esta amalgama de raíces y culturas que somos
los mexicanos, hace que tengamos diferentes vi-
siones de nuestro mundo rural, diferentes postu-
ras de cómo debe ser el desarrollo rural y cómo
conseguirlo. Al menos en parte, eso obedece a las
distintas formas de tomar contacto con la diversi-
dad de actividades, de tipos de productores y sus
prácticas y tecnologías de producción, de dinámi-
cas culturales y sociales a nivel regional.
Luego se hacen planteamientos que implican,
a fin de cuentas, que en el desarrollo rural lo que
realmente importa es la consecuencia del mismo
en el bienestar de la mayoría campesina o, por el
contrario, el interés se ubica en primer término en
el papel del campo para asegurar la alimentación
de todos los nacionales que desde hace decenios, y
cada vez más, son citadinos en su mayoría.
Pienso que, afortunadamente, prevalecen los
que tratan de hacer una síntesis de ambos extre-
mos, incluso de verlos como interdependientes.
Un desarrollo rural sin contenido social para
sus pobladores no tiene solución de continuidad,
ni justificación suficiente de sus propósitos, ni ca-
pacidad de aportar lo que del mismo se requiere.
A su vez, una política pública de apoyos y trato
preferente al campo, con sus instrumentos, tam-
poco tiene congruencia global si pierde de vista
que todas las partes de la economía forman un
engranaje común para beneficio unas de otras y
para que éstas se puedan ayudar entre sí.
El campo tiene que generar ingreso, empleo,
oportunidades de inversión y demanda de bienes y
servicios de otros sectores al tiempo que ofrece los
alimentos y las materias primas suficientes para
sí y para los demás. Sólo en una síntesis de este
tipo nos podemos plantear, simultáneamente, el
adecuado aprovechamiento de los recursos natu-
rales de una actividad sustentable y económica-
mente viable, para una determinada estructura
de la producción ya sea agropecuaria, pesquera o
acuícola.
* Versión estenográfica editada.
1 Director general del Centro de Estudios para el Desa rrollo
Rural Sustentable y la Soberanía A limentaria.

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