Iniciativa parlamentaria que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, en materia de patrimonio biocultural., de 7 de Abril de 2020

Que reforma y adiciona diversas disposiciones de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, suscrita por el diputado Arturo Escobar y Vega e integrantes de los Grupos Parlamentarios del PVEM y de Morena

Quienes suscriben Diputado Roberto Antonio Rubio Montejo del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México, Diputado Coordinador Arturo Escobar y Vega en representación de los Diputados integrantes del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México, los Diputados Francisco Elizondo Garrido, Nayeli Arlen Fernández Cruz, Alfredo Antonio Gordillo Moreno, Ana Patricia Peralta de la Peña y Erika Mariana Rosas Uribe, del Grupo Parlamentario de MORENA, así como los Diputados Mauricio Alonso Toledo Gutiérrez y Héctor Serrano Cortés Legisladores sin Grupo Parlamentario, con fundamento en el artículo 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; y los artículos 6, numeral 1; 77, numeral 1; y 78 del Reglamento de la Cámara de Diputados, someto a consideración de esta Soberanía Parlamentaria la siguiente: INICIATIVA CON PROYECTO DE DECRETO POR EL QUE SE REFORMAN y ADICIONAN DIVERSAS DISPOSICIONES DE LA LEY GENERAL DEL EQUILIBRIO ECOLÓGICO Y LA PROTECCIÓN AL AMBIENTE , en materia de patrimonio biocultural al tenor de la siguiente: Exposición de motivos

  1. Planteamiento del problema

    El patrimonio biocultural está conformado por los conocimientos tradicionales que los pueblos indígenas u originarios, como los afrodescendientes, han construido a partir de procesos de muy larga duración, en relación directa con el medio ambiente.

    Tales interrelaciones que se establecen entre la naturaleza y las culturas son el resultado de la observación profunda de su entorno, que supone una racionalidad cultural y operaciones complejas, como experimentaciones, que difícilmente hacen sostenible que la generación de los conocimientos tradicionales sea accidental. Es así como cada parte del ambiente y organismo tienen un correspondiente cultural y se refleja en el idioma, los usos que el ser humano les da y los símbolos que emplean las distintas culturas. El conocimiento tradicional además, está en constante coevolución, es decir, se innova mediante condiciones, relaciones interculturales y oportunidades que el contexto local les proporciona a los pueblos originarios.

    Durante las últimas décadas, investigadores de diversas ciencias han concluido que la biodiversidad del mundo sólo se preservará si se conserva la diversidad de las culturas y viceversa, tal deducción se soporta en cuatro certidumbres: 1) el traslape entre la riqueza biológica y la diversidad lingüística; 2) el traslape entre las regiones de alto valor biológico y los territorios indígenas; 3) el reconocimiento de pobladores y manejadores de paisajes bien conservados y 4) la certificación de un comportamiento orientado al uso conservacionista entre los pueblos indígenas, derivado de un conjunto de creencias, conocimientos y prácticas.

    Una de las mayores riquezas bioculturales del mundo la tenemos en nuestro país, México ocupa el segundo lugar de megadiversidad biológica y cultural (diversidad biocultural) lo cual, generó un acoplamiento histórico y formó uno de los lugares civilizatorios más importantes de la humanidad, sin duda un legado de enorme valor que nos compete preservar. México concentra el 10 por ciento de la diversidad biológica de la Tierra, 200 especies de plantas domesticadas y con una herbolaria de más de tres mil especies, así como existen 68 agrupaciones lingüísticas y 364 lenguas vivas, así como. El concepto de diversidad biocultural integra las aportaciones de dos campos del conocimiento científico, el de la diversidad biológica y el de la diversidad de las culturas.

    Lo anterior da como resultado que se referencien 22 regiones bioculturales prioritarias para la conservación y el desarrollo en el país. Estas regiones bioculturales son donde los territorios de los pueblos indígenas coinciden tanto con áreas de alta biodiversidad, como con centros de domesticación de especies y paisajes. De hecho, gran parte de los ecosistemas mejor conservados de México se localizan en esas 22 regiones bioculturales. Donde se ha dado la conservación de facto.

    Se trata ahora de conservar de manera urgente ese “patrimonio biocultural” de México. Ese legado derivado de los pueblos indígenas en su relación evolutiva con la naturaleza desde hace miles de años. Lo anterior se expresa en la defensa del conocimiento tradicional de los pueblos indígenas, que se refieren a su conocimiento, sus innovaciones y sus prácticas de miles de años. Dicho patrimonio biocultural se encuentra amenazado por diversas causas que van desde la biopiratería del conocimiento tradicional hasta la implementación de megaproyectos. El propio conocimiento tradicional se está erosionando día a día ante un modelo de desarrollo excluyente de las comunidades indígenas y tradicionales, no solo en México, sino en todo el mundo.

    En relación a la salvaguarda del “patrimonio biocultural”, desde la década de 1970, se ha venido gestando un enfoque que busca superar la atomización del conocimiento y la gestión productiva agrícola. Esta corriente, llamada “agroecología”, adscrita a las ciencias de la complejidad, entiende la realidad desde el enfoque sistémico, analizando y sintetizando la gestión agrícola y ambiental, en su conjunción e interacción con su contexto histórico. En dicho contexto histórico, interactúan las dimensiones sociales, políticas, económicas, tecnológicas, culturales y ambientales, que generan distintas realidades a diferentes escalas.

    La agroecología busca diseñar y manejar sistemas de producciones agrícolas sostenibles, energéticamente eficientes, ecológicamente adecuados, económicamente viables, socialmente justos y culturalmente pertinentes. De esta forma, la agroecología concibe al “agroecosistema” como su unidad de trabajo, análisis y síntesis, reconociendo que éste es un sistema ambiental-productivo, moldeado por un devenir histórico específico, diseñado y manejado por un grupo social para satisfacer necesidades prácticas, a partir de un contexto cultural, ecológico, económico, político y tecnológico.

    La agroecología se ha desarrollado como una disciplina científica construida en la práctica, y aporta un enfoque teórico-metodológico, que hace operativos los objetivos y metas de la “sustentabilidad”. Si bien, durante 40 años, su gestión fue marginal y contestataria, ahora es reconocida ampliamente, incluso por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), como un enfoque estratégico para alcanzar la meta de una gestión ambiental sustentable y una alimentación suficiente y sana.

    La agroecología es considerada por amplios sectores como un “paradigma” distinto, pues desmonta la concepción parcelaria y reduccionista de la gestión agrícola industrial, siendo capaz de cerrar los ciclos productivos, ecológicos y económicos, generando bienestar para las y los productores, y todos los actores involucrados. La agroecología se erige como una propuesta real para el desarrollo sustentable endógeno de pueblos indígenas y campesinos, ante las prácticas agropecuarias industriales, identificadas como las principales causas de deforestación, erosión de suelos, pérdida de biodiversidad y agrobiodiversidad, eutrofización de cuerpos de agua y producción de gases de efecto invernadero.

    La agroecología busca garantizar la permanencia de los pueblos en sus territorios, a través de la mejoría de sus condiciones materiales y simbólicas de vida, con lo que se vuelve viable el mantenimiento de los paisajes generadores de bienes naturales y servicios ecosistémicos, que en primera instancia deben favorecer a sus manejadores. Desde esta disciplina se busca cumplir con el ideal de la sustentabilidad, de armonizar a la producción, el bienestar social, la reproducción cultural, y la conservación ambiental.

    Si bien la agroecología tiene como unidad de análisis al agroecosistema, el centro de su estrategia para el desarrollo sustentable son los pueblos indígenas y campesinos, considerados como actores de cambio. El enfoque agroecológico reconoce los factores históricos de marginación, y de negación de los conocimientos tradicionales de los pueblos, por lo que busca facilitar procesos de empoderamiento a partir de los cuales las y los marginados se conviertan en...

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