Iniciativa parlamentaria que reforma y adiciona diversas disposiciones de las Leyes Generales de Salud, y de Educación., de 14 de Diciembre de 2017

Que reforma y adiciona diversas disposiciones de las Leyes Generales de Salud, y de Educación, a cargo del diputado Ricardo García Portilla, del Grupo Parlamentario del PRI

El suscrito, diputado Ricardo David García Portilla, integrante del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, con fundamento en lo dispuesto por el artículo 71, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; y los artículos 6o., fracción I, y 78, del Reglamento de la Cámara de Diputados, presenta al pleno de este órgano legislativo la presente iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforman los artículos 27, 115, 421 y se adiciona un 115 Bis a la Ley General de Salud y se reforma el artículo 14 de la Ley General de Educación, con base en la siguiente: Exposición de Motivos

A pesar de los enormes avances que en los últimos años ha experimentado México en materia de nutrición; la obesidad infantil -por un lado- y la desnutrición infantil -por otro-, continúan siendo fenómenos urgentes de atender en el país. La desnutrición, afecta de un modo significativo a la región sur, y la obesidad principalmente en las zonas urbanas a lo largo de todo el territorio nacional poniendo de manifiesto la urgencia de incrementar los esfuerzos en la instrumentación de acciones que promuevan una dieta saludable y equilibrada con especial énfasis en niños, niñas y adolescentes. Sólo con este tipo de medidas se podrán generar condiciones para atacar un problema que muestra cifras alarmantes, basta mencionar que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Salud Pública, en el grupo de edad de cinco a catorce años la desnutrición crónica es de 7.25 por ciento en las poblaciones urbanas, cifra que sin embargo se duplica en las zonas rurales, lo que da como consecuencia que el riesgo de fallecimiento para un niño o niña indígena por diarrea, desnutrición o anemia sea tres veces mayor que para niños o niñas no indígenas.

En ese mismo sentido, de acuerdo con los resultados del informe “El costo de la doble carga de la malnutrición” presentado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) se muestra que la malnutrición tiene repercusiones serias en la economía de las naciones. En el caso de México en los últimos 65 años, la desnutrición crónica ha causado más de dos millones de muertes prematuras y se calcula que aproximadamente una de cada seis infecciones respiratorias agudas y entre el 3 por ciento y 4 por ciento de los episodios de diarrea pueden atribuirse a la desnutrición, situación que afecta principalmente a los niños, dañando su rendimiento escolar, desarrollo cognitivo y capacidad de aprendizaje, lo que se traduce en una alta probabilidad de incorporación tardía, repetición y deserción. Lo cierto es que los niños que padecen desnutrición tienen una probabilidad 11 veces menor de completar la educación secundaria respecto a los niños que no la padecen; asimismo, el 16 por ciento de las repeticiones de cursos se atribuyen a esta condición, en resumen y para efectos de la economía, este fenómeno le cuesta al país el equivalente al 2.3 por ciento del PIB por año.

No podemos ignorar la dimensión del problema, pues enfrentamos una crisis de salud pública tal como lo demuestran los datos mencionados y lo ratifican los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016 (Ensanut MC 2016), donde se confirma que México vive una epidemia de obesidad y sobrepeso, mismas que se constituyen como factores detonantes de la epidemia de diabetes y enfermedades hipertensivas que afectan a una parte significativa de la población.

El Instituto Nacional de Salud Pública destaca que de acuerdo con los datos registrado a través de la Ensanut MC 2016, se puede tener una radiografía de los hábitos alimenticios de nuestra población, de esta manera vemos que entre la población de niñas y niños en edad escolar y entre la población adolescente (12 a 18 años), únicamente el 26.9 por ciento consume regularmente verduras, sólo 63.1 por ciento consume regularmente leguminosas, mientras que el porcentaje de quienes consumen regularmente frutas es de 39.2 por ciento. En contraste con lo anterior, señala el INSP: “Se observó una elevada proporción de consumidores de grupos de alimentos no recomendables para consumo cotidiano: 83.9 por ciento consumen regularmente bebidas azucaradas no lácteas, 59.4 por ciento botanas, dulces y postres y 50.3 por ciento cereales dulces”. Entre la población adulta se repiten prácticamente estos patrones: bajo consumo de verduras, frutas y legumbres, y un alto consumo de alimentos y bebidas, los cuales son factores detonantes y causantes de obesidad y sobrepeso.

Es importante mencionar que diversos estudios confirman que estos hábitos de consumo, tienen como sus peores consecuencias el elevado número de personas diagnosticadas con diabetes mellitus, pues, según los datos de la misma encuesta, son actualmente 6.46 millones de personas las que padecen esta enfermedad. Asimismo, se refleja en la elevada prevalencia de hipertensión arterial, pues en números absolutos, los datos reportados indican que hay en el país 10.39 millones de personas que ya enfrentan este padecimiento.

Es evidente con estos datos que estamos ante un escenario que demanda medidas inmediatas pues en pocos años se corre el riesgo de que se rebase la capacidad del Estado para atender las consecuencias derivadas de la obesidad y mala alimentación, pues de acuerdo con datos reportados por el Inegi se ha registrado que entre los años 2006 y 2015 han fallecido 1,716,985 personas a causa de la diabetes, hipertensión y enfermedades del corazón, males asociados a la obesidad: ocupando el primer lugar la diabetes mellitus, con 823 mil 100 defunciones; en segundo lugar, las isquemias del corazón con 699 mil 064 casos; y en tercer sitio, las enfermedades hipertensivas, con 182 mil 856 casos; mientras que por obesidad han fallecido 11 mil 965 personas. Es decir que en su conjunto, estos cuatro padecimientos provocan 20 defunciones por hora en nuestro país.

Ante esta situación es urgente que las autoridades y todos los actores reforcemos las medidas para contener este deterioro de la salud de millones de mexicanos, y de manera paralela prever que se cuenten con las condiciones y medios para atender a quienes ya son víctimas de los padecimientos asociados a la obesidad, entre las primeras, sin duda la más importante y efectiva medida es el impulso de políticas de prevención, información y educación sobre cómo llevar una vida saludable.

Es evidente que para atacar cualquier problema, la primera condición a cumplir es contar con un diagnóstico certero, mismo que ya se tiene a partir de diversos informes y estudios realizados por instituciones públicas y privadas, por ejemplo de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de los factores de mayor peso en esta epidemia de obesidad está en el alto consumo de bebidas azucaradas y alimentos con alto contenido calórico, por lo que entre sus recomendaciones destacan las que se refieren a la imposición de impuestos a estos productos, medida que ya se aplica en México con relativo éxito.

De acuerdo con la OMS, a nivel global una de cada tres personas tiene sobrepeso y 42 millones de niños menores de cinco años entran en esta categoría (once millones más que en el año 2000), ante esta situación es evidente que, frenar esta tendencia al incremento de personas que...

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