Iniciativa parlamentaria que expide la Ley de la Zona Federal Marítimo Terrestre, Playas, Terrenos Ganados al Mar o cualquier depósito de Aguas Marítimas., de 30 de Abril de 2008

Gaceta Parlamentaria, año XI, número 2477-VI, jueves 3 de abril de 2008 Gaceta Parlamentaria, Cámara de Diputados, número 2477-VI, jueves 3 de abril de 2008. INICIATIVA QUE EXPIDE LA LEY DE LA ZONA FEDERAL MARÍTIMO TERRESTRE, PLAYAS, TERRENOS GANADOS AL MAR O CUALQUIER DEPÓSITO DE AGUAS MARÍTIMAS, A CARGO DEL DIPUTADO V. LUIS SÁNCHEZ JIMÉNEZ, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD

El suscrito, diputado integrante de la LX Legislatura de la Cámara de Diputados del honorable Congreso de la Unión, en uso de las facultades que le confieren la fracción II del artículo 71 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el artículo 55 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, somete a la consideración de esta honorable asamblea iniciativa con proyecto de decreto por la que se expide la Ley de Zonas Costeras, de conformidad con la siguiente

Exposición de Motivos

Costa es la parte del territorio nacional, continental o insular, que colinda con el mar. Es la "interfaz" entre la tierra, el mar y el aire, y constituye un sistema ambiental de los más importantes del planeta, donde agentes geológicos, físicos, químicos y biológicos crean condiciones ambientales complejas, que interactúan y generan procesos de cambio de gran interés científico, económico, social y, sobre todo, ambiental.

México tiene 11 mil 122 kilómetros de costas, de los que 7 mil 828 kilómetros corresponden al litoral del Pacífico y 3 mil 294 kilómetros al Golfo de México y Mar Caribe, donde se encuentra un vasto potencial de recursos pesqueros, bióticos y abióticos (agrícola, forestal, pesquero, turístico, energético y minero), que deben ser aprovechados. Esta línea costera implica una superficie de competencia federal de 220 millones de metros cuadrados.

A ellos habría que adicionar los miles de kilómetros de costas y playas que circundan el patrimonio insular de México.

El territorio mexicano cuenta con 1 millón 958 mil 201 kilómetros cuadrados, de los cuales 56,5 por ciento se encuentra representado por los 17 estados costeros.

La presencia de la actividad humana en las costas a través de asentamientos y construcción de infraestructura ha contribuido a generar un deterioro importante de esas áreas, ya que los puertos para actividades comerciales, industriales y turísticas, o las obras de protección de playas u otras obras han modificado sustancialmente sus características morfológicas.

Esos efectos no sólo se presentan en las zonas costeras, sino que también han modificado el oleaje, las mareas, las corrientes marinas y el transporte de sedimentos, que han contribuido a incrementar el fenómeno de la erosión, la contaminación y otros efectos negativos.

Los ecosistemas lagunarios costeros son vitales para el desarrollo del país. Su preservación, restauración y mejoramiento serán elementos fundamentales para mejorar las condiciones de vida de la población y podrán ser utilizados para superar las condiciones de pobreza y la desigualdad regional existentes en México.

Los ambientes costeros y oceánicos son aportes importantes a la megadiversidad del país; ejemplo de esto son los manglares, los arrecifes de coral, las zonas de "surgencia", los pastos marinos en la zona costera, las chimeneas hidrotermales y chapopoteras en la zona oceánica que poseen una elevada riqueza biológica. La gran riqueza natural en las regiones costeras y oceánicas concurre con las diversas actividades económicas como la extracción de hidrocarburos, el turismo, la transportación marítima, y portuaria, la industrial, la acuacultura, la agropecuaria y la pesca, entre otras.

A escala mundial, 70 por ciento de la población se asienta en la zona costera. En México, este porcentaje asciende a sólo 15 por ciento de la población, lo que representa un área de oportunidad para impulsar el desarrollo ordenado de la costa. El acelerado desarrollo de algunas actividades económicas ha inducido un crecimiento desordenado en la zona costera, generando deterioro, contaminación en el medio marino y sobreexplotación de los recursos naturales, en particular los pesqueros, así como conflictos derivados de la competencia por espacio y recursos.

Ejemplo de esto último, son los asentamientos sobre las dunas y humedales costeros. Estos problemas, combinados con la alta tasa de crecimiento poblacional y de las áreas urbanas, inciden en la salud y la calidad de vida de la población, en el empobrecimiento de las comunidades costeras, en la disminución de la competitividad de los propios componentes económico, sociocultural y ambiental de los océanos y las costas en la formulación y gestión de los planes y programas integrales de desarrollo.

Las zonas oceánicas y costeras de México deben considerarse una gran área de oportunidad para el desarrollo económico, social y ambiental.

Las zonas oceánicas y costeras de México deben entenderse como áreas de atención prioritaria, y su gestión debe abordarse como un tema de seguridad nacional que incluya riesgos físicos causados por los desastres naturales, principalmente huracanes e inundaciones, así como deslizamientos y movimientos telúricos. De entre los riesgos naturales, destaca el originado por el cambio climático y los fenómenos hidrometeorológicos extremos asociados, como son los huracanes, debido a sus efectos perturbadores en la población, la infraestructura y los ecosistemas costeros.

Las políticas públicas en torno de la zona costera y oceánica en México han sido mayoritariamente sectorizadas y poco integradas, generalmente motivo de discurso político y no de una visión integral de desarrollo económico y social.

Muestra de lo anterior es la ausencia en la legislación nacional de una definición de costa, zona costera y de su gestión y manejo. Comparativamente con otras naciones que cuentan con grandes extensiones de zona económica exclusiva, mar patrimonial y costas, en México el valor y el desarrollo de industrias como la turística, la generación de energía y la de puertos y transportación marítima son mucho menores.

Lo anterior representa sin duda una oportunidad y un desafío para hacer negocios de manera sustentable. Para lograr el desarrollo sustentable del país en estas zonas, es necesario emprender procesos de planeación ecológica del territorio que permitan fortalecer la coordinación de las diferentes dependencias y órdenes de gobierno con los diversos sectores de la sociedad.

En el ámbito estatal, en 17 estados costeros del país se cuenta actualmente con alguna iniciativa de ordenamiento ecológico en parte o en la totalidad de su territorio. Sin embargo, de esas iniciativas sólo 17 ordenamientos ecológicos, que se concentran en 6 estados (Baja California, Baja California Sur, Colima, Jalisco, Michoacán y Quintana Roo) concretaron su decreto. Únicamente Baja California, Colima y Jalisco cuentan con el ordenamiento ecológico de todo el estado. Por su parte, prácticamente toda la costa de Quintana Roo cuenta con un esquema de planeación local pues de sus 8 municipios, 6 tienen un ordenamiento ecológico decretado (municipal de Benito Juárez, zona continental de Isla Mujeres, Isla Cozumel y su zona marina de influencia, corredor Cancún-Tulum, zona costera de Sian Ka’an y costa maya).

La planeación del desarrollo en océanos y costas en México, en general, no ha considerado la aptitud del territorio, la capacidad de carga y de regeneración de los ecosistemas, ni los conflictos socioambientales entre sectores. Este esquema se reproduce en la planeación que realizan los diversos órdenes de gobierno, cuyos programas presentan serias incompatibilidades entre sí, que derivan en conflictos por el uso del territorio.

De manera adicional, las diferentes atribuciones y competencias de cada nivel de decisión llevan a que una misma actividad esté regulada por diversas leyes, reglamentos y normas, mismas que son aplicadas por diversas autoridades, las cuales por lo general carecen de un criterio de aplicación homogéneo. Esta variedad de percepciones, intereses, atribuciones y competencias, propician una visión fragmentada del territorio costero y marino, lo que en ningún momento contribuye a construir una visión compartida del desarrollo sustentable de océanos y costas en México.

El Golfo de California es una zona sumamente productiva que cuenta con gran variedad de ecosistemas marinos y costeros, altos niveles de biodiversidad y gran número de endemismos. El capital natural del Golfo de California no sólo es valorado por su importancia ecológica y su belleza paisajística, sino por ser la base de la riqueza social y económica de la región. Así, el Golfo de California es la región del país con mayor producción pesquera (71.16 por ciento del volumen de la producción pesquera nacional y 56.85 por ciento del valor de ésta) y es generadora de una intensa actividad turística, actividad emergente que atrae aproximadamente a cinco millones de personas al año y genera importantes cantidades de empleo y de divisas.

Además, la región es una de las más importantes del sector agropecuario mexicano, ya que concentra casi 50 por ciento de la superficie bajo riego del país y aporta 40 por ciento de la producción agrícola nacional. Los principales cultivos son el trigo, las hortalizas y las oleaginosas. Además de su riqueza económica, la región del Golfo de California cuenta con un importante patrimonio cultural que se manifiesta en la presencia de varios pueblos indígenas entre los que se encuentran los Jiakim-Yaquis, Cuapaá-Cucapás, Comca’ac-Seris, Yoreme-Mayos y Wixarika-Huicholes, entre otros.

Ésta es una zona de alta dinámica económica y social y en pleno crecimiento, donde las tendencias actuales muestran para 2010 que 28 por ciento de su franja costera podría estar transformado para uso agrícola, acuícola, urbano o turístico y el incremento poblacional podría alcanzar casi 10 millones de habitantes.

Considerando que actualmente existen procesos de degradación ambiental, así como una serie de conflictos...

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