Independencia sin libertad

AutorKarla Garduño Morán

México llega a la celebración de los 200 años del inicio del movimiento de Independencia con una economía golpeada por la crisis y dependiente de las divisas extranjeras, especialmente de Estados Unidos.

El país ha perdido autonomía en materia alimentaria y energética, al importar cada vez más granos y gasolinas; por otra parte, los ingresos públicos quedaron subordinados desde hace 30 años al petróleo, el cual está a punto de importarse por la caída en la producción y la reducida capacidad de refinación.

¿Asociación o dependencia?

Desde finales del siglo XIX Estados Unidos ha sido el principal socio de México, tendencia que se confirma al grado que hoy el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se destinan a ese mercado y cerca del 50 por ciento de lo importado proviene de ese país.

A partir de la última década del siglo pasado, las ventas al exterior de México dependen en un 80 por ciento de la industria manufacturera, la cual está sujeta a la Inversión Extranjera Directa (IED), que es principalmente estadounidense (40 por ciento).

Con una relación tan estrecha, México está sujeto a los vaivenes de la economía de Estados Unidos, tanto que cuando aquel país entra en crisis la inversión en México decrece y aumenta el desempleo.

Un ejemplo de esa afectación se registró luego del llamado "Crack del 29" -en la tercera década del siglo XX-, el Producto Interno Bruto de México cayó hasta un 14 por ciento y el peso tuvo que sufrir una devaluación en 1932 para relanzar la economía.

Lo mismo ocurrió con la crisis de 1982, que se originó por el sobreendeudamiento de México, pero también de Estados Unidos. En esa década, la IED cayó un 70 por ciento y el desempleo alcanzó una tasa de 6.2 sobre la Población Económicamente Activa.

Con la más reciente recesión iniciada en 2008, en Estados Unidos, la economía mexicana sufrió un revés del que todavía no se recupera. La caída en la inversión fue del 50 por ciento en 2008, el desempleo llegó a 5.7 por ciento el año pasado y el PIB registró caídas de hasta 10 por ciento.

Otro ejemplo de la dependencia es la entrada de recursos desde Estados Unidos a México a través de las remesas enviadas por los migrantes, que según las cifras del Consejo Nacional de Población se han incrementado de 6.4 millones de personas en 1994 a 11.8 millones en 2007.

El país es el mayor receptor de remesas en América Latina. Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, en 2009 México recibió 21 mil 132 millones de dólares en remesas. El segundo lugar en América Latina fue Brasil, con 4 mil 700 millones de dólares.

Un estudio realizado por el Centro de Documentación, Información y Análisis de la Cámara de Diputados, en 2008, concluye que las remesas benefician en mayor medida a la población de escasos recursos. Las familias que se ubican entre los deciles 1 y 6 reciben el 70.4 del total de las remesas.

Sin embargo, a partir de la crisis económica en Estados Unidos, el envío de dinero desde el exterior ha ido a la baja a partir del 2008. Ese año las remesas cayeron 3.6 por ciento respecto al 2007 y en 2009 volvieron a caer hasta un 15.7 por ciento, según datos del BID.

Comercio en dos siglos

Durante el siglo XIX las relaciones entre Estados Unidos y México transitaron entre fricciones, particularmente desde la invasión en 1847, tras la cual México perdió el territorio de Texas.

Aún así, el comercio entre ambos países cobraba importancia. En 1870 las exportaciones de México a Estados Unidos representaban el 55 por ciento del total y para 1910 habían llegado al 76 por ciento.

Las...

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