Ignacio Chávez Rivera: congruente hata el final

AutorAntonio Bertrán

Unos días antes de morir, Ignacio Chávez Rivera llamó a sus cuatro hijos para comunicarles su última voluntad. Lúcido y sereno, el cardiólogo les entregó una carta para que la leyeran en voz alta, donde les pedía el compromiso de no someterlo a terapia intensiva, entubamientos, cateterismos o procedimientos artificiales para prolongarle la vida.

Con esta solicitud, el hijo del fundador de la cardiología mexicana, Ignacio Chávez Sánchez, tuvo un último acto de congruencia al pedir para sí la aplicación de uno de los principios éticos que aprendió de su padre.

"¿Hasta dónde es moral hacer más larga una agonía?", preguntaba en 1969 Chávez Sánchez al dictar una conferencia sobre deontología médica. "Se entiende que mientras la familia insista en seguir la lucha desesperada, el médico no podrá rehusarse; pero si la familia consiente y el médico está seguro de que la muerte ha ganado la partida, no se ve ningún impedimento moral para detener las máquinas artificiales".

Chávez Rivera sólo autorizó a sus hijos Ofelia, Ignacio, Georgina y Fernando la aplicación de alguna sustancia que le proporcionara alivio. Era el 2 de diciembre del año pasado. Apenas el 14 de noviembre había celebrado su cumpleaños 84 en casa de su única hermana, Celia, dos años menor que él. Sufría de una insuficiencia renal y, algunos años atrás, se había autodiagnosticado un mal de Parkinson que avanzó controlada pero implacablemente.

La voluntad de quien fuera, como su padre, director general del Instituto Nacional de Cardiología se cumplió al pie de la letra. "Con mucha valentía, sin sedantes y sin analgesia, enfrentó el momento final de la muerte", dice su hija Ofelia. A la 1:55 de la madrugada del 14 de diciembre, en su casa de la colonia Chimalistac, su corazón se detuvo mientras sus dos hijas lo tomaban de las manos.

En su mesilla de noche quedó un ejemplar de la revista francesa Miroir de l'Histoire dedicada a Napoleón Bonaparte, testimonio de su francofilia y amor por la historia gala, y también mexicana.

UN NIÑO GRANDE

Ignacio Chávez Rivera era metódico y ordenado al extremo. Organizó cronológicamente en muchos álbumes las fotografías que le gustaba tomar tanto de la familia como de sus amigos, así como las que le hicieron en los muchos momentos trascendentes de su vida. A cada una le puso un pie con la fecha y la descripción del momento.

Una de las imágenes más significativas lo muestra muy formal a los 15 años, de traje oscuro con camisa blanca y sin corbata, junto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR