Las huellas de la droga

Sobre las drogas suele hablarse de las sensaciones placenteras que generan y la forma como el abuso afecta al cuerpo, pero, según especialistas, no es común abordar la manera en que sus daños modifican la vida cotidiana.

Luis Javier Robles Arellano, encargado del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (Sisvea), explicó que los cambios en el día a día dependen del tipo de estupefacientes; los más peligrosos son las depresivos: sus consumidores comienzan a tomar decisiones sin razonar.

"Toma decisiones inadecuadas, que lo van a llevar a someterse a riesgos, riesgos como accidentes, riesgos como riñas, riesgos como enfermedades de transmisión sexual, todo lo que tiene que ver con una mala decisión", dijo.

El especialista agregó que dichas sustancias, sobre todo el alcohol, al atacar el sistema de inhibición generan actitudes "audaces" que hacen a los consumidores creer que pueden conducir ebrios un auto sin chocar o tener relaciones sexuales sin protección y pensar que no habrá consecuencias.

Otras drogas depresivas como la mariguana, al dañar el sistema nervioso, con un uso constante pueden causar problemas de memoria, atención y entendimiento, así como de coordinación motriz, que se nota al caminar.

"Cuando ya se tienen muchos años de consumir mariguana hacen repetición de las palabras y no entienden muy bien, tienen un tono peculiar de hablar, arrastran las palabras", señaló el doctor José Alfonso Gutiérrez Padilla, profesor de la UdeG.

Las sustancias estimulantes, por otro lado, al mantener en estado de alerta al cuerpo por periodos prolongados, provocan irritabilidad y ansiedad, y ciertas conductas estereotipadas, afirmó.

"Las personas que inhalan cocaína siempre están sorbiendo la nariz, entonces la gente luego luego les pregunta qué tienen y dicen que son alérgicos; pocas veces confiesan su adicción", comentó Gutiérrez Padilla. Finalmente, expuso, el abuso de drogas alucinógenas como los hongos o la burundanga provocan sequedad en la boca, lo que trae problemas para hablar o ingerir alimentos.

Al volverse adicto, la existencia se ve modificada en los planos personal, familiar y social, pues todo lo que generaba interés es remplazado por estupefacientes.

"Tiene una pérdida además de la salud, comienza a tener pérdidas en la familia, en la comunidad, en su trabajo, se sale de la escuela, pierde interés por otras cosas, en su apariencia personal", añadió el encargado del Sisvea.

Afirmó que se trata de un proceso normal...

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