Homero Aridjis/ Sobre la tierra indivisible

AutorHomero Aridjis

Ahora que el Presidente de la República dividió en Davos, Suiza, al mundo entre globalífobos y globalifílicos (colocándose él en el segundo bando y en el paladín espontáneo del dominio irrestricto de las corporaciones sobre la economía, la sociedad y la naturaleza en los países en vías de desarrollo), como si solamente existiera el camino de la confrontación entre el capitalismo brutal y los defensores de la ecología y los derechos laborales, y no fuera posible en esta tierra devastada un acomodo armonioso entre desarrollo y cuidado del ambiente, un respeto a las tradiciones culturales de los pueblos, una visión a largo plazo de la vida. Para sus declaraciones, el Presidente no tomó en cuenta, al atacar a la sociedad civil y los grupos no gubernamentales, que la mayor parte de las naciones occidentales ha progresado gracias a la sociedad civil, y que la democracia no podrá existir entre nosotros si el gobierno no respeta que los ciudadanos hagan uso de su libertad para organizarse y expresarse.

Esta posición de Zedillo en el 2000 es aún más lamentable si se considera que ya en 1962 se advertía en la Primavera silenciosa: "Paralela a la posibilidad de la extinción de la humanidad por guerra nuclear, el problema central de nuestra época... es la contaminación total por el hombre del medio ambiente con sustancias de un potencial increíble para causar daños -con sustancias que se acumulan en el tejido de las plantas y los animales y aun penetran las células germinales para perturbar o alterar el material mismo de la herencia, de la cual depende la forma del futuro". En 1972, en Los límites al crecimiento, la investigación auspiciada por el Club de Roma sobre "El predicamento de la Humanidad", ya se recomendaba investigar "las condiciones y los cambios en el sistema mundial que pueden llevar a la sociedad a un enfrentamiento o a un acomodo con los límites al crecimiento en un mundo finito". También en 1972, en la Declaración de Estocolmo sobre el Entorno Humano, se dijo: "los recursos no renovables de la tierra deben ser empleados de tal manera que puedan protegerse de los riesgos de su futuro agotamiento, asegurándose que los beneficios de su empleo sean aprovechados por toda la humanidad". En el simposio "La Tierra Año 2000", la primera reunión global sobre ecología con carácter humanista organizada este año, por el PEN Internacional y la UNESCO, escritores y científicos dieron sus puntos de vista sobre nuestro planeta para el siglo 21.

Sidney...

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