El hechizo meridano

AutorFlorencia Podestá

De sus habitantes se dice que son hospitalarios y joviales, su gastronomía es una de las más renombradas en todo el país y sus blancas mansiones le suman belleza a una urbe que, por lo general, goza de buen clima. Aquí, algunas sugerencias a la carta para caer rendido ante la capital yucateca en tan solo un fin de semana.

Viernes

ENTRE MUROS Y JARDINES

Acondicionada en una antigua residencia de techos altos se encuentra Casa Ana; este acogedor Bed &Breakfast será nuestra morada por algunos días.

Nos recibe una templada tarde y una cálida anfitriona quien, para mostrarnos la habitación, pide que la sigamos entre un jardín selvático que poco se adivina desde la calle.

Pronto advertimos que justo edenes como este son una cualidad secreta de la ciudad. Aparentemente desarboladas y sin sombras suficientes, con fachadas antiguas que llegan casi hasta la calle, al fondo, las casas de Mérida suelen esconder recónditos, frescos y exuberantes jardines, en los que no faltan añejos árboles cubiertos de orquídeas y lianas.

Además de sus bellas casas, muchas de ellas convertidas actualmente en pequeños hoteles, Mérida posee varios de los mejores ejemplos de arquitectura renacentista y neoclásica del continente americano. Una de las edificaciones que más llama la atención es la Catedral de San Idelfonso, imponente construcción que data de 1561. De estilo románico, ostenta ser la más antigua de América continental. La forma y el lustre de las piedras nos resulta familiar y pronto veremos por qué.

En el zócalo también se encuentran los Palacios de Gobierno Estatal y Municipal, así como la famosa Casa de Montejo, considerada por muchos la muestra más acabada de la arquitectura virreinal del siglo 16, mandada a construir por Francisco de Montejo, colonizador de Yucatán.

Valga una recomendación en este punto: quédate hasta que baje el sol y se enciendan las luces. Justo en ese momento es cuando la Plaza Grande resplandece.

El diseño de la iluminación dibuja con color y luz las formas y los detalles más bonitos de cada edificio. Y nos enteramos de un pequeño secreto: la Plaza Grande es prehispánica y donde ahora están los edificios rodeando la plaza, antes hubo pirámides circundando la gran explanada central. Cinco de ellas sirvieron como cantera para levantar los muros de los palacios, iglesias y casas.

Nos sentamos en un banco a ver pasar gente y pronto nos hechizan unos músicos quienes con guitarras y guitarrón acompañan a varias voces que entonan boleros.

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