Hacia una nueva generación de mexicanos

AutorSamuel Máynez Champion

Y hablando de los médicos mexicanos de antaño, particularmente de los del siglo XIX y primera mitad del XX, los ejemplos nos lo ratifican con creces: Eduardo Liceaga llevó a cabo experimentos acústicos para poder aplicar el influjo de la música sobre el enfermo y los realizó junto al doctor Aniceto Ortega, quien además de pianista fue compositor. Manuel Carpio fue tan eminente en los derroteros de la enseñanza y la práctica médica de la nación como lo fue en las letras. Rafael Lucio, médico de cabecera de Maximiliano y Juárez, escribió el primer tratado de pintura patria. Ya en el XX sobresalió Alfonso Ortiz Tirado, ya que además de su ejercicio en la ortopedia mantuvo una carrera internacional como tenor.

En fin, los ejemplos serían inacabables, por lo que a esta columna le complace conversar con el doctor Romeo Rodríguez, quien ha sabido conciliar su destacada labor pediátrica con el ejercicio cotidiano de La flor y el canto, es decir, practica la poesía, no cesa de adiestrar su voz de tenor y navega en los meandros infinitos de la literatura.

-¿ Concuerda usted en que su gremio ha extraviado la brújula al ir despojando gradualmente a su profesión del sentido ético y humanitario que yace en su esencia?

-Es evidente que la medicina de cualquier especialidad, sobre todo la privada, ya no expresa su fortaleza primigenia, sino que busca el lucro económico. Las grandes ciudades como México, Monterrey y Guadalajara son el mejor ejemplo. Recuerdo el caso de una señora que fue a un hospital del sur de la Ciudad de México presentando una dolencia abdominal. El médico le diagnosticó un "pequeño ruido" en el corazón, lo que según él ameritaba un electrocardiograma, un ecocardiograma, una prueba de esfuerzo, etcétera, para que al final no encontraran nada, pues era toda invención. No conforme con eso, se le dijo a la paciente que existía la posibilidad de que tuviera una afección cardiaca, pero que era muy afortunada porque el "ruidito" no era grave, aunque había un "sonido raro" en los pulmones que ameritaba estudios exhaustivos para descartar las supuestas anomalías.

Hace poco yo fui a otro hospital privado de la Ciudad de México con dolor de cadera. El que me atendió era un especialista en columna vertebral que era lo que yo aparentemente necesitaba; sin embargo, lo que me pidió fue una radiografía de cráneo que, por supuesto, no rebeló nada. Esas historias suceden todos los días y llenan los bolsillos de quienes dan las consultas.

-Después de...

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