Gustavo Esteva / Libertades y medios

AutorGustavo Esteva

"Piensa en la prensa", decía Goebbels, el propagandista de Hitler, "como en un gran teclado en que el gobierno puede tocar". Y añadió: "Los argumentos deben ser crudos, claros y contundentes, y apelar a las emociones y los instintos, no al intelecto. La verdad no es importante y debe estar enteramente subordinada a las tácticas y la psicología".

Suenan aún las cacofónicas partituras que tocó el señor Rove en la prensa y los medios de Estados Unidos, que presumen con razón de su extraordinaria libertad. Se escuchan todavía las notas de su composición informativa en torno a Iraq y la reelección del presidente Bush. Quizás sea esto lo más interesante. La situación de los medios en la Alemania de Hitler era enteramente distinta a la que hoy prevalece entre los estadounidenses. Pero el hecho de que en ambos casos, con procedimientos muy semejantes, los gobiernos puedan usar eficazmente a los medios como un gran teclado, para tocar en él lo que quieren que los ciudadanos piensen, sientan y hagan, ofrece lecciones muy interesantes sobre el sentido y significado de la libertad en los medios -la muy famosa y celebrada libertad de expresión- y también sobre los medios que pueden emplearse para ejercer la libertad.

En el México del antiguo régimen, por más de 70 años, los gobiernos tocaron cuanto quisieron en el teclado de los medios. Unos cuantos periodistas y medios impresos conquistaron y protegieron su fiera independencia. Lo tuvieron que hacer a un alto costo, por las presiones de todo género que se ejercían continuamente sobre ellos y los riesgos que corrían a cada paso por ejercer libremente su oficio. Los medios eran instrumentos al servicio del poder político y llegaron a confesarlo abiertamente, como declaró en su momento el señor Azcárraga.

Se ha registrado un cambio sustantivo. Existen periódicos locales que dependen por completo de los dineros de los gobernadores respectivos, pero muy pocos medios nacionales dependen hoy del gobierno. Subsisten corruptelas de todas las formas y tamaños, que se relacionan por lo general con prebendas y privilegios específicos o manejos determinados de alguna noticia o funcionario, pero son ahora excepción los medios cuya política editorial se dicta en un escritorio gubernamental.

Proliferan, en cambio, alianzas y coincidencias relacionadas con la ideología y los intereses. Los periodistas y los medios persisten en proclamar la ilusión de la objetividad profesional, pero su inevitable subjetividad propicia...

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