La Gula: ¿Pecado o enfermedad?

AutorSarayd Luna

Si usted ama los placeres de la mesa, tal vez tema que lo tachen de glotón. Platón advertía que los glotones no podrían llevar una vida plena, Dante los colocaba en el tercer círculo del infierno y, para colmo, en el siglo 6, el Papa Gregorio Magno incluyó la gula en la lista de pecados capitales. Seguramente él sí practicaba la moderación a la hora de comer: era de una esbeltez extrema.

Pero antes de asumirse como glotón, es importante determinar qué es la gula. En opinión de la nutrióloga Debby Blachman, no es sólo cuestión de alimentos, sino un desorden mental. El goloso siente un gran vacío interno que desea llenar con comida. Quiere poseerlo todo y ser el centro de atención, al igual que un niño que hace berrinche.

La palabra gula, proveniente del latín glutire, también puede definirse como comer en exceso, incluso después de la saciedad.

La dificultad estriba en determinar qué constituye un exceso. En la Edad Media y el Renacimiento, por ejemplo, para los nobles era razonable consumir abundantes manjares. Se alababa la austeridad del emperador Carlomagno, quien además de las primicias de la caza, sólo cenaba tres platillos más. ¡Vaya mesura!

En el pecado lleva la penitencia

Ya que actualmente el sueño es ser delgado, los chefs han desarrollado una culinaria peleada a muerte con el abuso de grasas y atracones. Dentro de este contexto, hay quienes se sienten glotones porque prefieren alimentarse de algo más que lechugas y agua natural.

Para algunos, este sentimiento de culpa se puede incrementar al tomar en cuenta que la Iglesia católica reprueba la gula.

"Gustar de la buena comida no es pecado, pero el exceso en el comer sí. El castigo se lo impone el pecador a sí mismo, puede subir mucho de peso, sofocarse y hasta morir", agrega Dalinda Rodríguez, formadora en las áreas espiritual y humana.

En opinión del padre Benjamín Marín, Misionero de Guadalupe, la gula es un pecado opuesto a la templanza y puede desencadenar otras malas acciones. Pero es casi inexistente la persona que lo menciona a la hora de confesarse, y quien llega a hacerlo no recibe una fuerte penitencia, sino la sugerencia de equilibrar su vida.

"Una persona no se va al infierno por ser glotona, sino porque en su desordenado uso de la razón no fue capaz de ver al hermano hambriento que se lamía las llagas a la puerta de su casa", afirma.

¿Y si no se come por gusto?

Eso sí, Marín considera que para que una acción pueda considerarse pecaminosa, es necesario que ésta se haga...

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