La guerra que hizo repuntar a Thatcher

AutorLeonardo Boix

LONDRES.- "Al recordar mis años en el número 10 de Downing Street nada sigue más vivido en mi mente que las 11 semanas de la primavera de 1982 cuando los británicos luchamos y ganamos la guerra de las Falkland (Malvinas)". En su autobiografía Margaret Thatcher: The Downing Street Years (1993, Harper Press), así rememoraba ella uno de sus momentos más tensos al frente del gobierno británico (1979-1990).

Margaret Thatcher murió la mañana del lunes 8, a los 87 años, por un "accidente cerebrovascular masivo" mientras leía en cama su periódico preferido, el conservador Daily Telegraph, y escuchaba una sinfonía de Beethoven.

Aunque muchos le rindieron tributo por su legado político e histórico, cientos celebraron en las calles de Gran Bretaña la muerte de una dirigente que favoreció el desmantelamiento del Estado, las privatizaciones de empresas públicas, las políticas de libre mercado y las alianzas contra el comunismo soviético.

Uno de sus críticos más duros fue Ge-rry Adams, presidente del partido Sinn Féin -antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés-, quien manifestó que la exprimera ministra hizo un gran daño a los irlandeses y a los británicos durante su gobierno.

Recordó que Thatcher apoyó al dictador chileno Augusto Pinochet, se opuso a las sanciones contra el apartheid en Sudá-frica, calificó a Nelson Mándela de "terrorista", pero sobre todo rememoró su vergonzoso papel ante las huelgas de hambre de los republicanos presos en Irlanda del Norte en 1980 y 1981, que terminaron con la muerte de 10 de ellos.

Prestigio en juego

Respecto de la Guerra de las Malvinas Thatcher escribió en sus memorias: "Había mucho en juego: No sólo estábamos peleando a 8 mil millas en el Atlántico Sur por un territorio y los habitantes de las Falkland. Eso era importante, pero había mucho más".

Hacía sólo tres años había ganado unas elecciones generales que la convirtieron en la primera mujer al frente del gobierno británico por primera vez en la historia. Sin embargo para finales de 1981 sus índices de popularidad habían caído a 25%, los más bajos de cualquier premier británico, principalmente por los problemas económicos que afectaban al país (alto nivel de desempleo, parálisis industrial, inñación), las huelgas de los mineros y una pelea muy dura con el sector sindical por las condiciones de los trabajadores.

"La guerra ocurrió de repente. Nadie pudo anticipar la invasión argentina más que algunas horas antes, aunque muchos lo...

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