'Goyo' Cárdenas, de asesino serial a ejemplo de rehabilitación

CIUDAD DE MÉXICO, febrero 16 (EL UNIVERSAL).- "Soy inventor, amigo. Soy el hombre invisible y hago invisibles a los hombres. Estas pastillas -les dijo mostrándole a los oficiales que uso pedazos de gises blancos-, hacen el milagro". Cuando le preguntaron acerca de Graciela Arias Ávalos, guardó silencio. Esas fueron las palabras que Gregorio, mejor conocido como "Goyo" Cárdenas, uso como defensa inicial, ante la sospecha de ser considerado el primer asesino serial de mujeres en México.

Traje gris, tez morena, pelo negro y semiondulado. A todas las ahorcó. "De manos tan escasas y escuálidas, de fuerzas pequeñas porque nunca me dediqué a hacer músculo", agrega el asesino. Ya en la jefatura, el día de su detención, "Goyo" confesó el gran odio que sentía por el sexo femenino debido a que su esposa le había sido infiel.

Considerado ejemplo de reinserción social, después de pasar 34 años en la cárcel. Carismático. Muy inteligente, pensionado (incluso) por Petróleos Mexicanos, debido a su aprovechamiento en la UNAM. "Goyo" Cárdenas es el primer caso registrado de ese síntoma denominado violencia de género. Graciela Arias Ávalos, su última víctima, fue también su compañera en la preparatoria.

"Goyito", como le decían de cariño en la cárcel, se mantuvo firme en lo siguiente sobre Graciela: la amaba. Así fue como EL UNIVERSAL cubrió esta serie de feminicidios por parte de Gregorio "Goyo" Cárdenas.8 de septiembre 1942. CUATRO MUCHACHAS ASESINADAS POR UN ESTUDIANTE DE CIENCIAS QUIMICAS ENTERRÓ LOS CADÁVERES EN EL JARDIN DE SU CASA. FUE PRESO EL ASESINO; CONFESO YA

La policía hasta ahora sólo ha podido identificar el cadáver de una de las víctimas. El responsable de este caso espeluznante se fingió loco, pero se descubrió su superchería.

Un espantoso cuádruple crimen, en el que fueron víctimas cuatro agraciadas jóvenes, de las cuales una era estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria, fue descubierto ayer por la mañana por el Servicio Secreto de la Jefatura de Policía. Los cadáveres de tres de las infortunadas víctimas fueron encontrados enterrados casi a flor de tierra en el jardín de la propia casa del victimario, un estudiante de Ciencias Químicas pensionado por Petróleos Mexicanos, que al decir de varias personas es un joven de gran inteligencia y aprovechado alumno de la Universidad Nacional de México. El cuarto cadáver será desenterrado hoy, y se tuvo conocimiento de él por el propio asesino, que ha confesado ya sus crímenes.

Los móviles de estos horrendos asesinatos, únicos en los anales de la criminología mexicana, no han sido todavía bien puestos en claro, pero a juzgar por las declaraciones hechas por el asesino, son el producto de un espíritu morboso, de un gran sádico que bien puede constituir la versión mexicana de aquel criminal francés llamado Landrú, o del legendario "Barba Azul".

Hasta estos momentos se tiene como autor de los crímenes, por confesión propia del criminal, al estudiante de primer año de Ciencias Químicas Gregorio Cárdenas Hernández, de 28 años de edad, que fue pensionado para estudiar, dado su gran aprovechamiento, por Petróleos Mexicanos. De las víctimas tan sólo ha sido identificada una: la señorita Graciela Arias Ávalos, de 20 años de edad, hija del señor licenciado don Manuel Arias Cordova, que pertenece a una de las más conocidas familias de Morelia, Mich. Esta joven estudiaba el bachillerato de Ciencias Químicas en la Escuela Nacional Preparatoria. De las otras se tienen pocos indicios. Tan sólo de una de ellas se sospecha que se trata de una joven llamada Enedina.

Para la misma policía fue una sorpresa encontrar los tres cadáveres que halló. Creía encontrar tan sólo el de Graciela Arias, pero no tenía conocimiento alguno de que hubiese más víctimas enterradas.

El criminal estudiante, para eludir la acción de la justicia, después de enterrar el cadáver de la última de sus víctimas en el propio jardín de su casa, se fingió loco, pues temió que sus crímenes fuesen descubiertos, y el jueves pasado, acompañado de la autora de sus días, fue al sanatorio de enfermos mentales del doctor Gregorio Oneto Barenque, ubicado en la Avenida Primavera, en Tacubaya, y se internó en el mismo.

Pero en él se le detuvo ayer mismo por la mañana. Según se nos dijo en el Servicio Secreto de la Jefatura de Policía, ya confesó haber dado muerte a las tres jóvenes encontradas, y a una más, que también enterró en su propio domicilio. Según el mismo asesino, violaba a sus víctimas y después las estrangulaba enterrándolas.

Parece que no todas las jóvenes fueron enterradas y muertas el mismo día. A juzgar por los antecedentes, el criminal estudiante inició sus actividades hace...

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