Globalifilia en el México Decimonónico

AutorMiguel Angel Fernández Delgado

A raíz del primer vuelo en un globo aerostático de los hermanos franceses Joseph y Etienne Montgolfier, el 21 de noviembre de 1783, en ciertos países comenzaron las especulaciones acerca de la posibilidad de conquistar los aires.

Mientras Thomas Jefferson pensaba en la posibilidad de explorar el Polo Norte y Benjamin Franklin imaginaba cómo se revolucionaría el arte de la guerra, en Jalapa, Veracruz, José María Alfaro, apenas un año después que los pioneros, hizo volar su globo aerostático no tripulado con el fin de "navegar libremente en la atmósfera como se navega en el mar", haciendo suyo el dictum de los hermanos Montgolfier.

Poco a poco, los viajes y las acrobacias en globo constituyeron la atracción de ferias y espectáculos al aire libre, llegándose incluso a celebrar matrimonios en ellos. El 9 de julio de 1825, la viuda de Vicente Guerrero presenció la ascensión del globo aerostático de EugÅne Robertson en Nueva York, en la que también estuvo presente el mexicano José María Heredia, quien luego tradujo el libro del francés E. Roch sobre los Viajes aéreos de Eugenio Robertson en Europa, los Estados Unidos y las Antillas (1835). Heredia, además, logró persuadir al empresario Manuel de la Barrera para que llevara a Robertson a México. Pero el espectáculo, planeado hacia finales de 1828, tuvo que cancelarse ante el conflicto ocasionado por las recientes elecciones.

En 1832, el nombre de otro aeronauta francés, Adolphe Theodore, llegó a oídos del empresario De la Barrera. Lo contactó en La Habana, y aceptó realizar una ascensión al menos en la plaza de toros de San Pablo, ondeando la bandera mexicana, como anunciaban los programas. El día del ascenso, Theodore alegó condiciones atmosféricas adversas y se negó a ofrecer el espectáculo. Al reiterar su negativa, De la Barrera ordenó encarcelar al aeronauta, pero como se le exigía con insistencia la devolución del dinero de las entradas, sacó de la cárcel a Theodore y lo obligó a realizar la ascensión. Entonces aceptó, pero aumentando el precio originalmente convenido. El evento volvió a cancelarse y el francés, a la cárcel. Theodore tuvo la desfachatez de escribir en su encierro una carta, supuestamente firmada por De la Barrera, donde aseguraba que devolvería las entradas en su domicilio. Como esto no ocurrió, el empresario tuvo que huir mientras la enardecida multitud apedreaba su propiedad.

Debido a que el público exigía el espectáculo de los globos aerostáticos, se volvió a contactar a...

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