Gaceta del Ángel / La sangre

AutorGermán Dehesa

En Monterrey, en Michoacán y en la Ciudad de México, tres hombres fueron ejecutados con el ya conocido estilo de los narcos. A la Ciudad de México llegó un contingente de mujeres oaxaqueñas que vienen a apoyar (appoyar) a esa súbita y chocolata agrupación mal bautizada como la APPO. No entiendo por qué nadie se pregunta quién paga tanto viaje, tanto traslado, estancia y alimentación de estos contingentes. El caso es que llegaron las mujeres, se acercaron a Gobernación, buscaron un lugar adecuado y ahí plantaron las cruces que venían cargando. Hecho esto, procedieron a extraerse sangre y regar con ella esas cruces. No entiendo por qué, ni para qué. Mientras tanto, la APPO, que se da su paquete, anuncia a todos los medios que no participaron en el encuentro organizado por la SEGOB en el que ellos, los appitos, tenían un papel preponderante. Según dijeron, decidieron no participar porque nada más les dieron dos sillas y porque su Estado está rodeado por "los marines" (así dijo su vocero).

Ya cerca de las tres de la tarde llegó otra noticia: en la Ciudad de México una pareja riñó, ella abandonó el hogar, regresó horas más tarde y no encontró al marido; lo que encontró fueron los cadáveres de sus dos hijos pequeños que en el ínter habían sido asesinados. De lo que realmente estoy hablando es de la dosis excesiva, ofensiva y brutal de sangre que se puede recibir en el escaso plazo de dos horas.

Entiendo que una parte de mi trabajo consiste en recibir y tratar de procesar este tipo de noticias; pero recibir tantas en tan escaso tiempo, me rebasa y me secuestra las palabras. Te explico un poco, lectora lector querido: todavía hace unas semanas su Charro Negro y su pandilla teníamos un programa de radio llamado "Radio Muégano" que se trasmitía en dos frecuencias de AM que sólo se oían en ciertas esquinas privilegiadas, en algunos automóviles, en el kilómetro 100 de la carretera a Querétaro y en algunas pequeñísimas zonas de la ciudad y del Estado de México. Con todo orgullo podíamos decir que "casi nada en México era territorio Muégano". He de...

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