Gaceta del Angel / La salud de los enfermos

AutorGermán Dehesa

Esto que ahora escribo va personal y directamente contra usted, señor Guido Belsasso. De muchos modos que usted conoce, yo he tratado de serle útil; usted, por lo que ahora veo, está resultando no tan sólo inútil, sino nocivo para México.

Son infinitos los asuntos, los temas, los rubros acerca de los cuales puedo pronunciarme sin tener la menor autoridad o conocimiento para hacerlo. También hay unos cuantos que, por mi formación académica, personal y vital, puedo decir algo con razonable conocimiento de causa. Uno de estos temas es el de los enfermos mentales. Créame que preferiría no recordarlo, pero la benéfica sombra de mi hermano Angel me acompañará toda la vida. Fue por él y por su lenta agonía de más de 30 años, que yo, supuestamente recién llegado al mundo, tuve que entrar en contacto con ese vasto grupo de hermosos y extraños ángeles cubistas que son los enfermos mentales. Conocí también la perversa nube de "expertos", "eminencias", "terapeutas", "sanadores", "certeros diagnosticadores" y sus tratamientos, medicinas mágicas, modernas clínicas y horrendas casas de confinamiento, reposo o salud que literalmente acabaron con la paz, el sosiego, el amor y el escaso dinero de mis padres (ustedes, bienamados lectores, pongan las comillas porque ya me las acabé). Nadie puede contarme nada demasiado nuevo sobre estas solapadas y sórdidas cárceles que son los manicomios tradicionales. Tampoco pueden contarme historias de las brutalidades, indignidades, bajezas y monstruosidades que en esos establecimientos se cometen con los enfermos. Los idiotizan con todo tipo de drogas, los despojan de toda dignidad, les niegan toda posibilidad de recuperación parcial o total, los violan de todas las maneras, les niegan ya no digamos su condición de ciudadanos; su estricta condición humana, los aniquilan y ahí los dejan consumiéndose en su lento holocausto: sucios, desnudos, extraviados, abandonados a su grotesca condición de cosas ambulantes, de animales malditos para quienes la muerte sería una facilidad. Ellos no pueden hablar y quien se atreva a hablar por ellos será también señalado como demente, como conflictivo, como alguien potencialmente peligroso para la sociedad. Ahora nos espanta o, por lo menos, nos incomoda saber que Pío XII colaboró pasiva y activamente en el genocidio contra los judíos, pero me gustaría saber qué alto dignatario ha salido en...

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