Gabriela de la Paz / La esperanza de Glasgow

AutorGabriela de la Paz

En Glasgow se lleva a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2021, conocida como COP26. Esta conferencia es la última de una serie de esfuerzos colectivos para aminorar el cambio climático.

Aunque las intenciones son buenas, y hay metas que algunos Gobiernos locales, estatales y nacionales intentarán cumplir, así como numerosas ONGs, los acuerdos resultantes de esta reunión no tienen una obligatoriedad y no se sanciona a quien los viole.

Para algunos, sin esa condición no vale la pena llegar a ningún acuerdo.

En la lucha contra el cambio climático, actores como los Gobiernos de China, Rusia, Brasil y el mismo Estados Unidos en ocasiones no han estado dispuestos a cumplir su parte, por diversas razones. Esto lleva a países con un menor desarrollo a no sumarse a la causa, lo que conlleva al fracaso de estas iniciativas.

Pensar así es un error. Quizá si se hace poco es insuficiente, pero siempre es peor cruzarse de brazos y esperar la catástrofe de la que no se librará nadie.

En 2017, cuando la Casa Blanca se salió del Acuerdo de París, numerosos Gobernadores y Alcaldes, y organizaciones de la sociedad civil, anunciaron que ellos sí cumplirían con su parte.

Es el ejemplo que debemos tomar en México ante un Gobierno federal que apuesta a las energías fósiles de compañías obsoletas, ineficientes y mal administradas como Pemex y la CFE.

Desgraciadamente, la sociedad civil está demasiado pasiva ante la inminencia de una reforma energética retrógrada que encarecerá los precios de la electricidad, la gasolina y causará grandes daños al medio ambiente.

En Monterrey, la refinería de Cadereyta es uno de los principales emisores de partículas contaminantes que todos respiramos.

Informe tras informe del Observatorio del Aire (Ocamm), se reporta que petróleo y petroquímica arrojan hasta 30 mil toneladas de partículas contaminantes, seguidas de las plantas generadoras de energía eléctrica. Muy por debajo, con cerca de 10 mil toneladas sigue la industria química, y la metalúrgica y siderúrgica.

Esto quiere decir que la contaminación proviene de diferentes fuentes, pero que las autoridades locales y estatales no tienen medios para forzar a las compañías privadas y públicas a emitir menos contaminantes.

Si bien el Gobernador Samuel García habló de un impuesto para las 180 compañías más contaminantes, aunque todavía falta aportar detalles para el análisis de la efectividad de esta medida, los efectos serán menores si Pemex no se suma...

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