La furia de Tláloc

AutorFrancisco Morales V.

La escena es común a cualquier accidente aparatoso a mitad de la vía pública: la zona acordonada, presencia policiaca y un tránsito constante de viandantes y automovilistas que disminuyen la marcha para tomar una fotografía o para tratar de encontrarle sentido al amasijo de fierros doblados que aparecieron en su camino.

A mitad de Donceles, casi esquina con República de Argentina, el corazón mismo de la Ciudad de México, la Zona Arqueológica del Templo Mayor, pareciera haber sufrido un descalabro.

Con su barda perimetral tirada en la banqueta, los restos metálicos de unos soportes que han perdido su forma y con la techumbre verde completamente vencida sobre el patrimonio tenochca, no puede más que pensarse en lo peor.

Desde arriba, en la cafetería de la terraza de la Librería Porrúa, una señora y su familia se asoman desde el barandal para ver cómo, incluso muchas horas después de la tromba de la noche del miércoles, una acumulación de granizo -la culpable del derrumbe- todavía persiste sobre el techo.

"Ojalá que no se hayan dañado las pinturas", suspira ella, adivinando bien que, bajo la estructura vencida por toneladas de hielo, se encuentran los frisos con pigmentos de la Casa de las Águilas.

"¡Se ve terrible!", exclama un muchacho que, a pie de calle, documenta la tragedia con su celular.

El percance se vuelve todavía más ominoso si se piensa que, a pocas semanas de que se conmemoren los 500 años de la caída de Tenochtitlan, la zona arqueológica había podido recibir de nuevo al público, tras un año cerrada por la pandemia.

Sin embargo, al mediodía de ayer, en una conferencia de prensa ofrecida en medio de una jornada a contrarreloj para ganarle tiempo a las lluvias, la directora del Museo del Templo Mayor, Patricia Ledesma, y la restauradora Lourdes Gallardo, ofrecen motivos para la esperanza.

"Afortunadamente, les podemos decir que los daños que hemos podido observar hasta el momento, porque el peritaje sigue, son mucho menores a lo aparatoso que se ve el evento desde afuera", explica Gallardo, ella misma visiblemente aliviada.

Si hay alguien a quien agradecerle, exponen ambas, es a Pedro Ramírez Vázquez, el arquitecto del México moderno, cuyo diseño de las cuatro estructuras que protegen los restos de Tenochtitlan cumplió con una última misión.

Ante la tromba del miércoles, la estructura aguantó toneladas de granizo hasta vencerse, pero sin desbaratarse por completo, lo que permitió que la mayor parte de la Casa de las Águilas se...

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